lunes, 22 de agosto de 2016

Las cinco actuaciones más catastróficas de Arnold Schwarzenegger

Arnold Schwarzenegger
Poster de T.A.

Las cinco actuaciones más catastróficas de Arnold Schwarzenegger

Se estrena 'Terminator: Génesis'. Una excusa para repasar las interpretaciones más calamitosas (y es mucho decir) del actor


Juan Sanguino
20 de julio de 2015


Quizá si Comando, Depredador o Rambo hubieran sido protagonizadas por Al Pacino o Jack Nicholson ahora el cine de acción exigiría matices dramáticos a sus protagonistas. En ese caso, Vin Diesel y Dwayne Johnson estarían hoy muertos de hambre. Afortunadamente para ellos, mostrar emociones humanas es considerado algo accesorio, cuando no inútil, en el cine de acción. Esto se aprendió en los años ochenta, cuando un austríaco tan musculado que parecía un manual de anatomía viviente llamado Arnold Schwarzenegger (Graz, 67 años) se convirtió en la elección perfecta como estrella definitiva del género. No tenía sentimientos, pero sí presencia, bíceps y mucha ambición.
El mundo entero asume que Arnold (ojo: fue gobernador de California de 2003 a 2011) no es el tipo de actor que ganará un Oscar, pero su poderosa presencia en pantalla le hizo idóneo para algunos papeles de pureza casi operística: Conan; Danko en Calor Rojo; el Holandés de Depredador, y una máquina llamada Terminator. Si bien en España le ha protegido el doblaje en más de una ocasión –en versión original el acento y lo monótono de su voz son algo más acusados–, es universalmente notable cómo en ciertas escenas ni se molesta en actuar.

No es que el tipo sea tonto. Al menos está licenciado por la Universidad de Winsconsin (!) en Márketing Internacional de Fitness (!!). Nadie llega a ser una de las mayores estrellas del mundo solo por suerte. Es más, basta con ver las veces que Arnie ha patinado en interpretaciones catastróficas para apreciar lo bien armados que estaban sus papeles más memorables. No hay ni que ver todos sus fracasos. Con cinco basta:

El embarazado científico Dr. Alex, en 'Junior' (1994)




Nadie tenía previsto que Arnold acabara en un drama del director mexicano Alejandro González Iñárritu, así que la única opción que le quedaba para mostrar su versatilidad interpretativa era la comedia. Los gemelos golpean dos veces había sido un éxito y el público parecía abrazar la demencial trama de Arnold y Danny DeVito como gemelos, resultado de un experimento genético del gobierno (nota: ninguna película que incluya experimentos del gobierno puede ser tan mala). Además, no me digan que no tiene su gracia ver a nuestro austriaco favorito como un tipo intelectual.
Cuatro años más tarde el director Ivan Reitman reunió a las dos estrellas. Junior esperaba que te creyeras no solo que Arnold se quedaba embarazado, que tiene un pase, sino que además era un científico de investigación genética. No sería la última vez que Arnold encarnara a un científico, en un método interpretativo consistente en ponerse unas gafas, y siempre resulta igual de inverosímil. Paradójicamente, la película le dio su única nominación al Globo de Oro.
Junior era una sucesión de tópicos machistas sobre el embarazo, que alcanzaba su culmen con el doctor Alex Hesse disfrazado de mujer para asistir a un congreso de primíparas, justificando su envergadura física con el consumo de esteroides. Debió de parecerle gracioso.

Los 27 juegos de palabras gélidos de Dr. Frío, en 'Batman y Robin' (1997) 




Schwarzenegger se convirtió en el actor mejor pagado de Hollywood por interpretar a un adversario de Batman cuyo maléfico plan era congelar todo Gotham para pedir a cambio un diamante que según él resucitaría a su esposa (sic). El creador de Batman, Bob Kane, murió tras el estreno de la película. La ironía le extrañó a pocos. La película fue un fracaso babilónico pasado de rosca varias veces y las intervenciones de Schwarzenegger se limitaban a hacer todos los juegos de palabras posibles con “hacer el mal” y “frío”. En concreto hay 27: “¿Sabes lo que mató a los dinosaurios? ¡La edad de hielo!”, “Tus súplicas me dejan frío”, “¡El hombre del tiempo ha dicho que va a caer una helada!” o “La venganza es un plato que se sirve frío”. Y así. Antes de darle el papel a Arnold, el director se lo ofreció a Anthony Hopkins y a Hulk Hogan, de lo que se desprende que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Arnold se embolsó 25 millones de dólares (casi 23 millones de euros) por seis semanas de trabajo. Efectivamente: a él no le iban a congelar la cuenta.

El peor papel del mundo: Adam Gibson / Clon, en 'El sexto día' (2000)




¿Quién querría vivir en un mundo en el que hay dos Schwarzeneggers? Ahora sabemos que ni el mismo Arnold. Cuando surgió la posibilidad de interpretar a un hombre que es clonado sin su consentimiento, tuvo que volcarse en hacer dos papeles con idéntico ahínco: ninguno. La desgana total con la que interpreta este tremendo conflicto emocional le valió nominaciones a Peor actor, Peor actor secundario y Peor pareja en pantalla a los Razzies, un premio que ha perdido 7 veces. En 2005, eso sí, recibió un Razzie honorífico a toda una carrera.

El panoli mamporrero Douglas Quaid, en 'Desafío total' (1990) 




El director Paul Verhoeven es un maestro a la hora de hacer películas grandiosas con ingredientes de cine basura. En esta, Arnold interpretaba a un tipo normal y corriente que se veía atrapado en una aventura para salvar su vida en un futuro imposible. Es indicativo que el primer candidato para el papel fuera Matthew Broderick, uno de esos hombres normales y corrientes de referencia en Hollywood, pero Arnold, que tenía ganas de trabajar con Verhoeven desde que perdió el papel de Robocop porque no cabía en el traje, insistió en modificar a su personaje para hacerle más bruto.
Schwarzenegger fue una elección de casting perfecta para interpretar a un panoli incapaz de distinguir su mano izquierda de la derecha, excepto para repartir mamporros con las dos a la vez. Pena que él no pareciera darse cuenta.

Los bíceps de Terminator con los que se forró, en 'Terminator 3' (2003) 




Terminator 3: la rebelión de las máquinas supone una nueva etapa en la carrera de Arnold, consistente en películas que son la misma una y otra vez. Cuando aceptó repetir su papel más icónico para una tercera parte que llegó diez años después de la (mítica) segunda, logró que el asunto pasara sin pena ni gloria por el mundo entero. Se comprobó cómo había recuperado la musculatura que tenía en 1992 y el único impacto del proyecto se notó en la cuenta corriente del actor (James Cameron, director de las dos primeras entregas, le había aconsejado: “Pide un montón de dinero y corre”). Él exigió 30 millones de dólares más un 20% de los beneficios de la película y cualquier producto relacionado con ella.

Y el regalo envenenado: 'Terminator: Génesis' (2015)




Ahora podemos ver Terminator: Génesis (estreno, viernes 10 de julio), que ha tenido el lamentable mérito de ser una secuela, un remake y un reboot a la vez, y aun así no interesarle a nadie, según los críticos, que la han destrozado. El siguiente proyecto de Arnold es una secuela de, precisamente, Los gemelos golpean dos veces. No es que tenga nada que demostrar. A estas alturas su leyenda ya está forjada y su camino ya está recorrido: ha logrado ser un icono, un millonario y un género cinematográfico en sí mismo. Pero proyectos como Maggie (en el que interpreta al padre de una niña infectada por un virus zombie) le dan un reconocimiento crítico que demuestra que aún puede sorprendernos. Eso ya es mucho más de lo que puede decir Jean-Claude Van Damme, relevante solo por abrirse de piernas subido a un camión.



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