lunes, 18 de julio de 2016

Les Murray / Poesía y religión


Les Murray

Poesía y religión

Traducción de Abraham Gragera

Las religiones son poemas. Hacen confluir
nuestra vigilia y nuestros sueños, nuestras emociones,
instintos, nuestros gestos innatos, nuestro aliento
en el único todo concebible: la poesía.
Nada de lo dicho fue soñado más allá de las palabras
y nada es verdadero hasta que no figura en ellas.
Un poema, al lado de una religión organizada,
es como la breve noche de bodas de un soldado,
por la que ha de vivir y de morir. Pero esta es una pobre religión.
La plena religión es el poema largo que amorosamente se repite:
como cualquier poema, ha de ser completo, inagotable,
con giros que nos hagan preguntarnos ¿por qué hizo esto el poeta?
No se puede rezar una mentira, dijo Huckleberry Finn:
no se puede poetizar con otra. Es el mismo espejo:
mudable, oblicuo, que llamamos poesía,
y que una vez centrado, llamamos religión,
y dios es la poesía atrapada en cualquier religión,
atrapada, no presa: atrapada como en un espejo
que él atrae, siendo en el mundo lo que la poesía
es al poema, una ley contra su clausura.
Siempre habrá religión en torno mientras haya poesía
o mientras falte. Ambas son un don, e intermitentes,
como el vuelo de esos pájaros –palomas moñudas, rosellas multicolor−
que cierran las alas, las baten, y las cierran de nuevo.







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