lunes, 21 de abril de 2014

Gioconda Belli / García Márquez no sólo revolucionó la lengua


Gioconda Belli

"García Márquez revolucionó no sólo la lengua, 

sino la noción de América Latina"


Por Steven Navarrete Cardona
El Espectador 21 de abril de 2014

"García Márquez revolucionó no sólo la lengua, sino la noción de América Latina": Gioconda Belli
La poeta nicaragüense Gioconda Belli acaba de ser galardonada con el Premio Andrés Sabella de Chile, por su distinguida trayectoria en el mundo de las letras, que le será entregado el 4 de mayo durante la Feria Internacional del Libro Filzic de Antofagasta (Chile).
A propósito del deceso del Nobel de Literatura colombiano, Gabriel García Márquez, escribió en su cuenta de Facebook: “García Márquez revolucionó no sólo la lengua, sino la noción de América Latina que tenía el mundo entero y nos dio a nosotros un sentido de consuelo y dignidad ante nuestra propia historia y sus entuertos”(….) “Me siento muy triste; como que se me murió un pedacito de mi corazón, una esquina del parque de la alegría que tengo adentro se quedó sin su columpio preferido”.

Gioconda Belli es una de las poetas más reconocidas en Centroamérica y Latinoamérica. En 2010, por ejemplo, su novela El país de las mujeres recibió el Premio Hispanoamericano La Otra Orilla, mientras que en 2008 la novela El infinito en la palma de la mano ganó en España el Premio Biblioteca Breve y en México el Premio Sor Juana Inés de la Cruz. En diálogo con El Espectador, la nicaragüense habló del primer poema que leyó, de la relación entre política y literatura y de su disidencia con el gobierno de Daniel Ortega.
¿Por qué a pesar de hacer parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) durante su ascenso para llegar al poder, no apoya el gobierno de Daniel Ortega?
Porque hay un antes y un después de la derrota electoral del FSLN en 1990. El después careció de los ideales y motivaciones nobles del proceso revolucionario. El después fue una lucha sin escrúpulos de Daniel Ortega por recuperar el poder a cualquier precio. Como pagó cualquier precio y es un hombre sagaz, recuperó el poder, pero para mí es un poder personalista, dañino para el futuro del país. Por conservar ese poder para sí, él ha desmantelado todo el aparato institucional que le habría permitido a la gente quitarlo si su gestión era fallida; destruyó lo que se logró con enormes sacrificios. Ahora él tiene un poder absoluto: controla magistrados, el sistema judicial, el electoral, a la Policía, al Ejército y a la Asamblea.
¿Y cuál fue la estrategia de Ortega?
Desmanteló la oposición negando la personería jurídica a contrincantes serios y usando el dinero para comprar la casta política corrupta que pulula en todo el sistema. Se intenta justificar todo lo anterior con el argumento populista de que los pobres están más contentos, pero la justicia social no requería el sometimiento del país a su voluntad y la destrucción de todos los mecanismos democráticos de rendición de cuentas y control del Ejecutivo. Este nuevo populismo hegemónico, autoritario, que ha reelaborado el discurso de izquierda para imponer una versión tropicalizada de la “dictadura del proletariado” a punta de manipulación y propaganda, va a hace fracasar la esperanza que teníamos en América Latina de engendrar una democracia que nos apartara de la violencia. Se siembran vientos y se cosecharán tempestades.
Para usted, ¿cuál es la relación entre política, literatura y poesía?
Depende de quién haga la relación. Personalmente, creo que cada autor es testigo de su tiempo y que mientras lo que escriba se nutra de la realidad, ésta va a permear y marcar su obra y a representar su opinión, velada o no, sobre lo que vive como ente social. Es inevitable, por mucho que se quiera últimamente aislar lo creativo de lo social.
Teniendo en cuenta que el patriarcado también está presente en el mundo intelectual, ¿ha sentido alguna discriminación por ser mujer?
Definitivamente. Pero la discriminación no es de parte de los y las lectoras —después de todo, la mayoría son mujeres—, sino de parte del establishment literario, que aún no comprende, pienso, ni la temática ni la necesidad de abordar ciertos temas femeninos o darle a la mujer el protagonismo que le damos las escritoras en nuestras novelas. Yo diría que el machismo no sólo abarca a las mujeres reales, sino también a las imaginarias, es decir, a las protagonistas de nuestras novelas.

¿Identifica alguna tendencia?
Existe la tendencia a calificar de “romántico” o de “literatura light” lo que escribimos las mujeres latinoamericanas, y aunque esto no se diga en voz alta, se dice en voz baja y se percibe en las valoraciones críticas e incluso en los reportajes periodísticos que se hacen sobre festivales, sobre el rumbo de la novela, etc. Los nombres de las escritoras, de grandes escritoras latinoamericanas como Laura Restrepo, Rosario Ferré, Ángeles Mastretta, Marcela Serrano, Nélida Piñón, Luisa Valenzuela, Elsa Osorio, Mayra Santos etc., etc., apenas son referentes cuando se pondera la literatura latinoamericana en su conjunto. Eso me parece una forma sofisticada de discriminación.
¿Y en qué forma se expresa esa discriminación?
Hay un clan de autores “famosos” que se elogian o valoran entre sí e intentan sentar las bases y el canon de lo que es bueno o no en la literatura latinoamericana. El caso de Isabel Allende me parece interesante. Puede no gustarnos absolutamente todo lo que escribe, puede uno tener una opinión crítica sobre sus novelas, pero Isabel tiene una literatura imaginativa, bien escrita. Sus memorias, Paula y La suma de los días, son muy buenos libros. Es una mujer que ha escrito de todo, hasta una serie para adolescentes. En fin, es una mujer que millones han leído, no sólo en Latinoamérica, sino en el mundo entero, pero cuando se habla de la novela latinoamericana “seria”, jamás se la menciona.
¿Y la crítica?
Ella no figura para nada en el imaginario de los hombres escritores latinoamericanos cuando hablan de literatura. Es impresionante el silencio crítico que hay sobre ella. Es un ejemplo flagrante de esa dureza con que se juzga la escritura de las mujeres en el patriarcado que vos mencionás: simplemente se la condena al silencio, a no existir. Hay un prurito contra lo que le gusta a la gente, a las mujeres sobre todo. Hay quienes equiparan la popularidad con la mala calidad, lo cual es absurdo porque Gabo, Vargas Llosa, y tantos del boom fueron best-sellers. ¿Y qué? ¿De pronto se le atrofió el gusto a la gente?
¿Cuáles fueron sus influencias y el primer poeta que leyó?
¿El primer poeta? Rubén Darío, por supuesto. Dejaría de ser nicaragüense. Después leí a Neruda, Octavio Paz, Vallejo, Ibarburu, Sor Juana, Rosario Castellanos, Claribel Alegría, Cardenal. Muchos poetas nicaragüenses. Tenemos tantos. Y ellos fueron mi influencia más importante, en realidad. Pero amo la literatura inglesa: Austen, Virginia Woolf, Eliot, y luego a Rulfo y a Cortázar, que es mi ángel de la guarda. En fin, tengo tantos padres y madres que no acabaría.
Gabo en una palabra.
¡Y qué palabra! Creo que si en algo estamos todos de acuerdo en América Latina es que Gabo es el escritor más grande que hemos producido en los últimos siglos. Forjó él solito una identidad cultural que nos retrata colectivamente y además lo hizo con belleza, con humor. ¡Para mí es un héroe tan grande como el más grande de los guerreros! Necesitamos más héroes de esos.


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