miércoles, 27 de noviembre de 2013

Maduro y la bandera del complot internacional

Nicolás Maduro
Maduro radicalizó su discurso hasta el punto de decir que su gobierno es 'de fuerza democrática'.

Ante la crisis, Maduro agita la bandera del complot internacional


El deterioro en servicios y el desabastecimiento aparecen ad portas de las elecciones municipales.


“¡Si se ponen cómicos los botamos a todos!”, dijo furioso el presidente venezolano Nicolás Maduro tras calificar de insolentes a los funcionarios de la embajada de Estados Unidos, a quienes expulsó del país esta semana luego de acusarlos de ayudar a la oposición para sabotear a su gobierno.
“Estamos bajo una guerra eléctrica, una guerra económica, una guerra psicológica”, asegura Maduro, pero en Venezuela cada vez menos creen que los males del país se cocinen en algún laboratorio del Pentágono.
Ya lo decía en septiembre una encuesta del Instituto Venezolano de Análisis de Datos (Ivad): 67 por ciento de los venezolanos cree que la situación del país no es buena y más de la mitad de los encuestados identifica al Gobierno como el responsable. Aun así, en las últimas cadenas de radio y TV el presidente Maduro arrecia sus denuncias contra el “imperio” y la “oligarquía” e insiste en estar bajo ataque, un plan de “colapso total” que busca sacarlo del poder. 
“Los tremendos problemas económicos y sociales que enfrenta el gobierno de Maduro, con el riesgo real de una hiperinflación y el tremendo deterioro de los servicios, entre otros, han golpeado la confianza política del oficialismo, que frente a esto no tiene explicaciones que entregar a sus seguidores ni al resto de los venezolanos”, explica el profesor de la Universidad Central, Luis Salamanca.
Y continúa: “Entonces crea una plataforma argumental basada en la teoría de la conspiración. Siempre son agentes externos, malévolos, los que provocan las situaciones. Maduro ha llevado esta explicación al extremo y asegura que todo es un saboteo externo, pero no es capaz de mostrar alguna prueba. La realidad es que el Gobierno fracasó después de 15 años de revolución y está recogiendo lo que sembró, un estado gigantesco incapaz de controlarse a sí mismo. Maduro está tratando de detener con esa retórica la erosión interna de apoyos”.
Y si a esto se suma la difusión de una supuesta grabación secreta de Chávez en la que dice que no está muerto sino secuestrado por sus propios aliados, todo lleva a un estado de crispación general entre los ‘revolucionarios’.
El esfuerzo discursivo del Gobierno es aún más intenso en vista de las próximas elecciones municipales del 8 de diciembre, cuando se elegirán 335 alcaldes, que arrojarán una nueva fotografía sobre cómo avanza el pulso político entre el chavismo y la oposición.
Recursos limitados
A diferencia de otras contiendas electorales, en esta oportunidad los recursos del Gobierno son limitados para aumentar el gasto público y mantener el sistema de becas, misiones y beneficios que le permiten su estrecha relación con el pueblo. Y con una inflación acumulada de casi 33 por ciento y que amenaza con superar el 45 por ciento este año, se hace cada vez más difícil mantener la promesa de calidad de vida que ofrece la ‘revolución’.
Sobre ese escenario arrecia la teoría de la conspiración puertas adentro. Para el Gobierno, los enemigos internos se multiplican y atacan varios frentes. Los empresarios, en materia económica; y en el resto, “la burguesía amarilla”, refiriéndose al partido opositor Primero Justicia y su principal representante, el gobernador Henrique Capriles.
La oposición advirtió esta semana que sobre él podría recaer una orden de captura, dado el tenso clima político. “En la misma medida en que los problemas económicos siguen tragándose al Gobierno, en esa misma medida este sigue recurriendo a potes de humo y a medidas políticas extremas, como sería el eventual apresamiento de Capriles para provocar a la oposición”, aseguró el dirigente opositor Henry Ramos Allup.
El afán de mantener la cohesión ha llevado al presidente Maduro a radicalizar su discurso hasta el punto de asegurar que el suyo es un “gobierno de fuerza democrática”, preparado para todo. La expulsión de los diplomáticos es la muestra en materia de política externa, pero de puertas para adentro se profundiza la militarización de buena parte de la vida del país –con la creación de entes como el Órgano Superior para la Defensa de la Economía o el Estado Mayor de Salud– y cierta cultura del espionaje. No en vano la implementación del número 0800-SABOTAJE para recibir “pistas” que daría el pueblo sobre posibles intentos de desestabilización de los servicios públicos.
“La sucesión (de Chávez) sabe que en cualquier momento la gente perderá la paciencia, pero desconoce cuándo y cómo se manifestaría el quiebre (...). El politburó necesita fabricarle al pueblo nuevas razones, pero carece de entidad, tiempo y recursos para pedirle ‘sangre, sudor y lágrimas’ ”, escribió en El Universal la articulista Argelia Ríos.
Gobierno busca más poder
El presidente Maduro anunció este viernes que el próximo martes pedirá en la Asamblea Nacional (AN, parlamento unicameral) la aprobación de una ley habilitante, que le dé poderes especiales para legislar sin control parlamentario para luchar contra la corrupción.
“Yo me estoy preparando plenamente y estoy preparando los planes especiales, parte de ellos los voy a explicar el martes que viene en la AN. Voy a la AN a pedir poderes habilitantes para la lucha contra la corrupción y la guerra económica y les voy a ver el hueso a quienes sabotean”, indicó en un acto de gobierno.
El oficialismo necesita el voto favorable de 99 de los 165 diputados de la Cámara, uno más de los que en teoría tiene en sus filas.
La oposición cree que lo que busca el presidente Maduro es obtener facultades especiales para perseguir a sus adversarios políticos.
VALENTINA LARES MARTIZ
Corresponsal de EL TIEMPO
CARACAS
EL TIEMPO


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