viernes, 31 de mayo de 2013

Frank Báez / El Hombrecito / La Marilyn Monroe de Santo Domingo


EL HOMBRECITO
La Marilyn Monroe de Santo Domingo  
Texto de Frank Báez 


Frank Báez
LA MARILYN MONROE DE SANTODOMINGO


"El Hombrecito" es un colectivo dominicano con tendencias de spoken word, formado en el 2007. Está compuesto por los poetas Frank Báez y Homero Pumarol, y los músicos y artistas Angel Rosario, Fernando Soriano, Wilson López y Vadir Gonzalez. Su primer disco se titula Llegó el Hombrecito y se puede escuchar acá:




Frank Báez
LA MARILYN MONROE 
DE SANTO DOMINGO 

Soy la Marilyn Monroe de Santo Domingo.
Tengo seis pies cuatro pulgadas.
Dos pulgadas más cuando uso tacos.
Tengo un lunar en las nalgas.

Salgo con poetas de los ochenta.
Salgo con chiriperos, guachimanes,
modelos, ingenieros, artistas plásticos,
levantadores de pesas, abogados, rubios,
funcionarios, toleteros, parqueadores de carros.

Soy la asidua al Bingo,
la que se mete en la cartera
su Hojas de Hierba
y se pierde en la nada.
La que bebe café en las paradas,
la buscamacho, la pitonisa, la megapoeta,
la que llora al final de la película
sin que nadie la abrace.
Soy monstruo que menstrua,
la que se sienta en las barras a beber,
se ajuma y le pone cara de asco
a todos los cueros y le quema las falditas
con los cigarrillos cuando pasan.
La que quiso secuestrar a Anthony Ríos.
La que se inyecta hormonas en las piernas.
Soy la Cicciolina.
Soy Tiresias.
La que escribe encuera.
Ese mujerón que los espejos de los moteles
multiplican cuando la ponen en cuatro.
La que se sienta en el último banco de la iglesia
con un ojo morado.
Miss Boca Chica mil novecientos noventa y cuatro.
Esa que fuma en el malecón mirando
los barcos con luces encendidas.
La estudiante de segundo semestre de enfermería.
La rubia que maneja ambulancias,
OMSAS,
voladoras,
patanas.

Soy la MARILYN MONROE DE SANTO DOMINGO.
Soy la MARILYN MONROE DE SANTO DOMINGO.

No, no, eso seguía ahí.
No me lo había mochado.
No tenía dinero con qué.
Así que un día pensé en hacer recitales
pa’ recolectar dinero y hacerme la operación.
Llamé por teléfono a mis amigos poetas.
Me acuerdo que pasaban una canasta
como en las misas y yo me paraba ahí en el escenario
pin pun la Marilyn Monroe de Santo Domingo
leyendo mis versos y agradeciendo los aplausos.
Gracias amigos poetas.
Gracias señor Ministro de Cultura.
Muchas gracias.

Me sigue una turba con piedras.
Me apedrean en la Mella. Me apedrean
en los Car Wash de San Isidro,
de los Mameyes, de la Charles y de Villa Mella.
Detrás del estadio Quisqueya.
Me golpean, me vejan, me vocean.
Me dan una salsa.
Se echan arriba de mí uno a uno.
Yo me he perdido.
No estoy aquí. Repito: yo me he perdido
y no sé cómo encontrarme.
Ando por los cuatro puntos cardinales buscándome
en procesión con todas las que fui
y con las que seré y con las que no he de ser.
Duermo en camas de hospitales,
pensiones, moteles, parques.
Tomo duchas. Muchas duchas.
El tinte me resbala por la cara
y por el maquillaje.
Siento que me voy despedazando
y que los pedazos de mí van cayendo
uno a uno llevándoselos el agua de la ducha
que va cayendo y llevándome hasta el desagüe.

Heme ahí en la cola de un Setenta.
Bailando con tres hombres en un patio.
Caminando con un taco doblado.
Masajeando turistas italianos.
Sentada sobre mi maleta
pidiendo bolas en un cruce.
Se paran dos en un Toyota.
El que maneja me dice Hola rubia mi amol
pa dónde tu va
y yo respondo go LA
all the way down to LA
o sea, Los Alcarrizos.

Me dejan trece kilómetros más allá.
Camino al otro lado de la pista
y ellos se quedan ahí mirándome
hasta que de este lado se para un camión de Leche Rica
y me monto.

Despierto en Puerto Plata.
Tengo visiones en Azua.
Veo al Papa bailando salsa.
Veo iglúes en Haina y los Tres Brazos.
Esquimales en Colmados. Pingüinos en Mao.
San Agustín con las pestañas de Charityn.
Ovnis abduciendo senadores y diputados.

Soy la Marilyn Monroe de Santo Domingo.
Soy la Marilyn Monroe de Santo Domingo.

Viajo a Nueva York con un pasaporte falsificado.
MARILYN MONROE caminando de nuevo por la Quinta Avenida.
MARILYN MONROE CON UNA BARBA DE TRES DÍAS.

Desayuno en Tiffanys.
Bebo Champagne en limosinas.
Corro por mi vida en Corona.
Toco el acordeón en una esquina.
Peleo en SOHO.
Lloro frente al Hudson.
Recito en el Nuyorican Café.
Decimeros, poetas y raperos
me lanzan ramilletes de flores.
Firmo autógrafos.
Reparto besos.
De repente las puertas estallan.
Los de migración me esposan.
Me empujan mientras
el público los abuchea y arroja botellas.
Suenan disparos.
Ellos me deportan.

Soy la Marilyn Monroe de Santo Domingo.
Me depilo entera. Me empolvo. Me maquillo.
Me pongo un abrigo de pieles lista pal próximo recital.

Soy la MARILYN MONROE DE SANTO DOMINGO.
Soy la MARILYN MONROE DE SANTO DOMINGO.
Soy la MARILYN MONROE DE SANTO DOMINGO.
¿Qué se va a hacer?




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Maduro acusa a Colombia de un plan para derrocarlo

Nicolás Maduro junto al ministro de Defensa venezolano.

Maduro acusa a Colombia de un plan para derrocarlo y sabotear la economía

El presidente de Venezuela asegura que un grupo de expertos estadounidenses ha viajado al país vecino para asesinarle


           
Los hijos de Hugo Chávez han resultado unos muchachos obedientes porque siguen el mismo guión que escribió el fallecido comandante. Si ayer Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, apenas boceteó la reacción que tendría Caracas de la reunión entre el líder opositor Henrique Capriles y el presidente Juan Manuel Santos, este jueves el presidente Nicolás Maduro completó la pintura con acusaciones gruesas y sorpresivas que representan la primera gran crisis política desde 2010 entre Colombia y Venezuela.
Es el mismo truco que en momentos de tensión política hiciera el comandante, que acostumbró al país a enviar a sus ministros como teloneros para ambientar su posterior presentación. “Se ha violado el acuerdo de Santa Marta”, tronó un iracundo Maduro la noche del jueves desde Maracay, Estado de Aragua, donde celebraba una jornada del llamado Gobierno de calle. “El presidente Chávez lo respetó impecablemente y Santos hasta hace muy poco”.
El jefe de Estado venezolano se refería a la primera cita entre los líderes de ambos países tras el cambio de Gobierno colombiano en 2010. Pero antes de profundizar en lo que calificó como “una puñalada por la espalda a Venezuela” por parte de su homólogo, Maduro hizo un largo inciso para denunciar que su vida estaba en peligro. “Hay un grupo de expertos dirigidos por Roger Noriega -exsecretario de Estado asistente de EE UU durante el gobierno de George W. Bush- que se están preparando para venir a Venezuela para inocularme un veneno, no para que me muera en un día, sino para que me enferme en el transcurso de los meses”. Luego, con la voz quebrada, agregó: “Ellos no lo van a lograr porque yo voy a vivir muchos años y voy a ser presidente de este país por muchos años también”.
Los expertos en el veneno mortal habrían llegado a Colombia, donde "todo el Estado" se habría puesto de acuerdo para derrocarlo. Durante el día, en varias alocuciones televisadas había denunciado "una operación sicológica" y un plan de "sabotajes a la economía" que achacó a Colombia y Estados Unidos.
Fue la declaración más llamativa dentro de una serie de comentarios que el jefe de Estado hizo a propósito de la visita de Henrique Capriles a Bogotá. Maduro profundizó en las reacciones de los portavoces del llamado Alto Mando Político de la Revolución Bolivariana, que la víspera anunciaron que estudiarían el alcance del papel de Venezuela como acompañante del diálogo que mantienen en La Habana la guerrilla de las FARC y el Ejecutivo colombiano.
Maduro resiente que Santos haya conversado con Capriles porque este se niega a reconocerle como mandatario por la cuestionada ventaja obtenida en las elecciones del 14 de abril, obtenida, según la oposición, tras un proceso electoral amañado y ventajista. Ha sentido que la fotografía que encabeza la primera página de los diarios locales –en la que se ve a un sonriente Santos estrechando la mano del líder opositor- y las conversaciones con los parlamentarios colombianos traicionan la memoria de Hugo Chávez, el gran facilitador detrás del proceso que ahora se lleva a cabo en Cuba, y a los esfuerzos que él mismo ha hecho por alcanzar la paz en Colombia desde que era canciller.
Por esa razón el presidente venezolano asegura que ha perdido la confianza en su par e incluso “duda de sus intenciones para hacer la paz”. A continuación enumeró detalles de la incorporación de Caracas a las reuniones de La Habana. Se remontó a los fallidos intentos del expresidente Uribe por alcanzar la tregua con la guerrilla. Maduro reveló que tras la Cumbre Iberoamericana de 2007, celebrada en Santiago de Chile, famosa por aquel cruce entre Hugo Chávez y el Rey Juan Carlos, Uribe pidió al mandatario venezolano que se internara en las montañas de Colombia para reunirse con Manuel Marulanda y así gestionar un acuerdo humanitario con las FARC para intercambiar policías, militares y políticos secuestrados por guerrilleros presos. Según Maduro, todo formaba parte de un plan para asesinar a Chávez.
La propuesta había salido de una reunión previa en el palacio de Miraflores entre el líder bolivariano y la senadora Piedad Córdoba con los guerrilleros Iván Márquez y Rodrigo Granda. A mediados de noviembre Uribe desautorizó las diligencias de Chávez tras una supuesta falta a los términos de la mediación acordada en Chile. Casi dos meses después Venezuela obtuvo la liberación de Clara Rojas y Consuelo González.
Maduro hizo ese largo rodeo para entonces explicar la razón de su molestia. En su opinión, es inaceptable que la oposición viaje a Colombia para decir que el actual Gobierno es ilegítimo porque cometió un fraude. ¿Eso es amistad política sobre todo cuando nos estamos jugando el pellejo por la paz de Colombia?, se preguntó el Presidente. Al final de su intervención demandó a Colombia “que rectificara a tiempo. Mientras tanto seguiremos evaluando nuestra participación en el acuerdo y toda la relación bilateral”.
Bogotá ha prometido no responder a través de los micrófonos, sino “de manera directa”, como informó la canciller María Ángela Holguín.


jueves, 30 de mayo de 2013

Nuno Júdice / Cuatro poemas

Fotografía de Chema Madoz
Nuno Júdice
POEMAS
DE PARTIDA 
8-XII-1997

Versión de José Méndez

Escuchando las canciones de kurt weil,
bajo un cielo de lluvia en lisboa, puedo pensar
que estoy en berlín bajo un cielo de nieve
o en otro sitio así, donde cuando llueve,
se escribe.

Escuchando esas canciones que repiten
sílabas secas, desde un piano que arrastra
los sentidos hacia el fin de la frase, espero
que la lluvia venga del norte y que los nimbos
canten, con los tonos negros de su fondo,
un destino sin suerte.
Escuchando la lluvia que ya no canta, 
con el rumor cautivo de quien no desea
permanecer, reúno los sonidos de
kurt weil como gotas ásperas en la boca
bebiendo hasta el fin sus canciones
en las que no entra la lluvia, como si así
comenzasen las grandes tempestades.

Cantar, entonces, con una nube
en cada mano.


RECETA PARA HACER EL AZUL
Versión de Vicente Araguas

Si quieres hacer azul,
agarra un trozo de cielo y mételo en una olla grande,
que puedas llevar al fuego del horizonte;
después mezcla el azul con sobras de rojo
de la madrugada, hasta que se deshaga;
vacía todo en un bacín bien limpio,
para que no quede nada de las impurezas de la tarde.
Finalmente, criba los restos de oro de la arena
del mediodía, hasta que el color se adhiera al fondo de metal.
Si quieres, para que los colores no se desprendan
con el tiempo, deposita en el líquido un corazón de melocotón quemado.
Lo verás deshacerse, sin dejar señal de que alguna vez
allí lo pusiste; y ni el negro de la ceniza dejará restos de ocre
en la superficie dorada. Puedes, entonces, levantar el color
hasta la altura de los ojos, y compararlo con el azul auténtico.
Ambos colores te parecerán semejantes, sin que
puedas distinguir entre uno y otro.
Así lo hice – yo, Abraham ben Judá Ibn Haim,
iluminador de Loulé – y dejé la receta a quien quisiera,
algún día, imitar el cielo.

ANTROPOLOGÍA
Versión de Elkin Restrepo

como la piedra, no nació de un volcán,
no formó una isla,
no hirvió el mar en impulsos ansiosos
de cielo.
El hombre, como la planta,
se dobla al paso del ciclón,
se estremece con las mutaciones del
tiempo –como ahora,
cuando traen ya las nubes
un escalofrío de otoño.
Este hombre tiene el fondo ceniciento
de esas nubes, su mirada de amenaza
la insistencia en permanecer —así
sepa que el primer soplo
lo arrebatará del horizonte.

PRINCIPIOS
Versión de Elkin Restrepo

Podríamos saber un poco más
de la muerte. Pero no sería eso lo que nos haría
desear morir más
aprisa.

Podríamos saber un poco más
de la vida. Tal vez no necesitaríamos vivir
tanto, cuando sólo se precisa saber
que debemos vivir.

Podríamos saber un poco más
del amor. Pero no sería eso lo que nos haría dejar
de amar al saber claramente lo que es el amor, o
amar más todavía al descubrir que, aun así, nada
sabemos del amor.


miércoles, 29 de mayo de 2013

Nuno Júdice / Premio Reina Sofía de Poesía


Nuno Júdice

Un acuario del ser

El universo del portugués Nuno Júdice queda recogido en una antología que resume casi tres décadas de su poesía. En ella queda patente su dominio de un lenguaje instaurado y nutrido de la realidad del nuevo siglo, así como su carácter intimista e incisivo.


Por Antonio Ortega
EL País, 23 de agosto de 2003


Casi tres décadas de la poesía de Nuno Júdice (Mexilhoeira Grande, El Algarve, 1949) se reúnen en esta Antología traducida y prologada por Vicente Araguas, las que van de su lejano primer libro, La noción del poema (1972), hasta Líneas de agua (2000), y en las que su amplia y torrencial escritura se ha impuesto como una de las más elocuentes de la literatura portuguesa del último tramo del siglo XX. A lo largo de los años su poesía ha evolucionado desde la imaginación teórica de sus inicios hasta la puesta en cuestión de esos principios doctrinales. Cada vez más, los fundamentos teóricos han encontrado apoyo en hechos particulares, en la relación entre vida y poesía, en la materia sensible que hace que ambas participen de la misma naturaleza: lo real ha ido imponiendo sus derechos, y el poema construye y guarda la memoria del mundo.

ANTOLOGÍA

Nuno Júdicez
Traducción y prólogo de Vicente Araguas
Edición bilingüe
Visor. Madrid, 2003
247 páginas. 10 euros
Una cosa es lo real, y otra la realidad transformada y devorada que nos ofrece el poema, y a través de la cual gana su sentido. Esto es evidente desde Lira de liquen (1985), pues frente a la facultad de sentir, no parece existir una teoría capaz de delimitar la imprevisibilidad de los sentimientos. No queda entonces, de acuerdo al título de uno de sus libros, sino establecer una Teoría general del sentimiento (1999). Las palabras se hacen entonces dóciles y resignadas, "descienden al nivel de los sentimientos, beben / la misma sangre con que se hace vivir las emociones, / y sirven de alimento a otros que las leen como si, en ellas, / estuviese la verdad del mundo". Captar lo que de la vida importa, aunque sólo sea un instante. Sus poemas son historias cosmopolitas, pequeñas biografías de los sentimientos, algo más que metáforas y juego de imágenes. Existen porque dicen el mundo y la experiencia de la vida, cuentan con el peso y la calidad de las palabras.
El poema tiene sus propias leyes, su lenguaje interior: "Sobrepongo al mundo el lenguaje; saco / palabras de dentro de lo que pienso y de lo que hago, como / si pudiesen vivir, ahí, peces verbales en el / acuario del ser". Para llegar a ese punto hay que partir de "esa charca de fondos movedizos" que es la memoria y la pureza originaria de lo humano, una capacidad de evocación patente desde Meditación sobre ruinas (1994).
Esta Antología es la de un poeta diverso, elegiaco y vibrante en su contenido ejercicio de sensibilidad, cartógrafo luminoso de emociones declaradas en el perfecto equilibrio con que construye el verso. Pero es también la narración del aprendizaje, de la evolución de un poeta que se teje y desteje en sus poéticas, capaz de ver "el rostro que desaparece en la ventana, / cuando nos interrogamos sobre la existencia". Aquí está el Nuno Júdice más lírico, el narrativo e irónico, el fabulador de una realidad que como espesa llama nace en la plenitud de la elipsis de lo cotidiano. Y que defiende las complicaciones y las simplezas de una poesía definida como "una elocuencia restituida a su lugar originario de pura esencia discursiva".

http://elpais.com/diario/2003/08/23/babelia/1061596226_850215.html

Ofrenda

NUNO JÚDICE 8 FEB 2003
¿Qué tengo para darte? Una gramática de sentimientos,
verbos sin el complemento de una vida, los sustantivos
más pobres de un vocabulario íntimo -el amor, el deseo
la ausencia. ¿Qué frase construiremos con tan poco? ¿A
qué léxico de la paciencia le robaremos lo que nos falta?
Entonces te ofrezco otra casa. Las paredes tienen la
consistencia del verso; el techo, el peso de una estrofa.
Te abro sus puertas; y el sol entra por la ventana de
una sílaba, con su fuego vocálico, como si una
palabra pudiese mitigar el frío que te envuelve.
Y te pregunto: ¿qué otras palabras quieres? ¿La música
sonora de un ocio? ¿El espeso manto con que se escribe
el terciopelo? ¿El fondo luminoso del azul? Podría darte
todas las palabras en la caja del poema; o prestarte
el canto efímero en el que se esconden del mundo.
Pero no es eso lo que me pides. Y la vida que pulsa
entre adverbios y adjetivos se esfuma deprisa
cuando intentamos seguir la línea del verso. ¿Qué queda?,
me preguntas. Un encuentro en el rincón de la memoria. Risas,
lágrimas, el tierno murmullo de la noche. Nada, y todo.

(Oferta) O que tenho para te dar? Uma gramática de sentimentos, / verbos sem o complemento de uma vida, os substantivos / mais pobres de um vocabulário íntimo -o amor, o desejo, / a ausência. Que frase construiremos com tão pouco? A / que léxico da paciência iremos roubar o que nos falta? // Então, ofereço-te uma outra casa. As paredes têm a / consistência do verso; o tecto, o peso de uma estrofe. / Abro-te as suas portas; e o sol entra pela janela de / uma sílaba, com o seu fogo vocálico, como se uma / palavra pudesse aquecer o frio que te envolve. // E pergunto-te: que outras palavras queres? A música / sonora de um ócio? O espesso manto com que o veludo / se escreve? O fundo luminoso do azul? Poderia dar-te / todas as palavras na caixa do poema; ou emprestar-te / o canto efémero em que se escondem do mundo. // Mas não é isso que me pedes. E a vida que pulsa / por entre advérbios e adjectivos esfuma-se depressa, / quando procuramos seguir a linha do verso. O que fica?, / perguntas-me. Um encontro no canto da memória. Risos, / lágrimas, o terno murmúrio da noite. Nada, e tudo.
Nuno Júdice (El Algarve, Portugal, 1949) es autor del libro de poemas Un canto en la espesura del tiempo (Calambur). Traducción de Mario Merlino.



El portugués Nuno Júdice gana el Premio Reina Sofía de Poesía

El galardón se concede desde 1992 al conjunto de la obra poética de un autor vivo destacado del mundo iberoamericano


    El escritor Nuno Judice. / DANIEL MORDZINSKI
    El poeta portugués Nuno Júdice (Mexilhoeira Grande, El Algarve, 1949) ha ganado hoy el XXII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. El galardón, instituido en 1992 y dotado con 42.100 euros, se concede al conjunto de la obra poética de un autor vivo del ámbito iberoamericano. Júdice es el segundo escritor portugués y el tercero de su lengua en ingresar en ese palmarés.
    Nuno Júdice, que enseña literatura comparada en la Universidad de Lisboa y dirigió la Casa de Poesía de Fernando Pessoa, es poeta el más influyente de Portugal y uno de los más prolíficos de Europa. Desde que en 2000 reunió su poesía completa hasta entonces -una veintena de títulos desde que debutara en 1972 con Noción de poema-, ha publicado nueve libros de versos más. De hace tan solo unos meses es Fórmulas de uma luz inexplicável. Recientes son también la novela La implosión y el ensayo El ABC de la crítica, en el que expone su particular visión del canon literario como algo "abierto, dinámico, sometido a la influencia de la coyuntura social y económica". Así lo explica el poeta, traductor y profesor de la Universidad de Évora Antonio Sáez Delgado, que destaca la doble importancia de un premio como el concedido hoy. Por un lado, reconoce por tercera vez a la literatura en portugués 10 años después de que el Reina Sofía recayera en la portuense Sophia de Mello Breyner (el brasileño João Cabral de Melo Neto lo había obtenido en 1994). Por otro, lo hace subrayando en todo el ámbito iberoamericano la obra de "la voz más importante" de la lírica portuguesa actual. Lira de líquen (1985), Las reglas de la perspectiva(1990), y Meditación sobre ruinas (1995) son algunos de sus títulos más celebrados.
    "A lo largo de los años su poesía ha evolucionado desde la imaginación teórica de sus inicios hasta la puesta en cuestión de esos principios doctrinales", escribió en 2003 el crítico español Antonio Ortega al comentar la antología de la obra de Júdice preparada por la editorial Visor con traducción de Vicente Araguas. "Cada vez más, los fundamentos teóricos han encontrado apoyo en hechos particulares, en la relación entre vida y poesía, en la materia sensible que hace que ambas participen de la misma naturaleza: lo real ha ido imponiendo sus derechos, y el poema construye y guarda la memoria del mundo". Para Sáez, Júdice es el gran maestro del "nuevo realismo" portugués y su influencia entre los autores jóvenes es definitiva. El suyo es un mundo cotidiano que se aleja de la voz más abstracta de grandes autores como Herberto Helder pero no pierde de vista el misterio de la realidad."Poesia figurativa trascendente" es la expresión que usa Sáez Delgado para referirse a una obra en la que los elementos intangibles de la realidad funcionan como si tuvieran una entidad rotundamente física. "Sobrepongo al mundo el lenguaje; saco / palabras de dentro de lo que pienso y de lo que hago, como / si pudiesen vivir, ahí, peces verbales en el / acuario del ser", ha escrito.
    Y así arranca "Receta para hacer el azul": "Si quieres hacer azul,/agarra un trozo de cielo y mételo en una olla grande,/que puedas llevar al fuego del horizonte;/después mezcla el azul con sobras de rojo/de la madrugada, hasta que se deshaga;/vacía todo en un bacín bien limpio,/para que no quede nada de las impurezas de la tarde".
    "Escribo a partir de imágenes concretas sobre ciudades, la naturaleza o memorias de mi infancia, y desde ahí comienzo para que el poema encuentre su lógica y armonía", explicó hoy a la afencia EFE al conocer el fallo del jurado del Premio Reina Sofía. "No puedo separar mi vida de la poesía". 
    En España, la prolífica producción lírica de Nuno Júdice ha sido publicado por sellos como Hiperión, Visor, Pre-Textos o Calambur en versiones de traductores (y poetas) como Ángel Crespo. Ángel Campos Pámpano, Mario Merlino, Jesús Munárriz, José Luis Puerto o Martín López-Vega.
    El Reina Sofía de Poesía lo han obtenido poetas como el nicaragüense Ernesto Cardenal (2012), la cubana Fina García Marruz (2011), el argentino Juan Gelman, el mexicano José Emilio Pacheco, la preuana Blanca Varela o los españoles Claudio Rodríguez, José Manuel Caballero Bonald, Antonio Gamoneda, José Ángel Valente, Pablo García Baena o Francisco Brines.
    El jurado de esta edición lo han integrado José Rodríguez-Spiteri Palazuelo, Presidente de Patrimonio Nacional, Daniel Hernández Ruipérez, Rector de la Universidad de Salamanca, Luis María Ansón, de la Real Academia de la Lengua, Ernesto Cardenal Martínez, poeta galardonado en la edición 2012, Ana Santos Aramburo, Pilar Martín-Laborda y Bergasa, José Miguel Santiago Castelo, José Manuel Mendes, Luis Antonio de Villena, Jaime Siles, José Manuel Caballero Bonald, Soledad Puértolas Villanueva, Francisca Noguerol Jiménez, Antonio Sánchez Zamarreño, Noni Benegas, Jeanette Lozano Clariond, Anunciada Fernández de Córdoba y Alonso-Viguera y decretaria del Premio Esther Martínez Quinteiro.

    Los vencedores del premio Reina Sofía de Poesía

    1992 Gonzalo Rojas (Chile)
    1993 Claudio Rodríguez (España)
    1994 João Cabral de Melo Neto (Brasil)
    1995 José Hierro (España)
    1996 Ángel González (España)
    1997 Álvaro Mutis (Colombia)
    1998 José Ángel Valente (España)
    1999 Mario Benedetti (Uruguay)
    2000 Pere Gimferrer (España)
    2001 Nicanor Parra (Chile)
    2002 José Antonio Muñoz Rojas (España)
    2003 Sophia de Mello Breyner (Portugal)
    2004 José Manuel Caballero Bonald (España)
    2005 Juan Gelman (Argentina)
    2006 Antonio Gamoneda (España)
    2007 Blanca Varela (Perú)
    2008 Pablo García Baena (España)
    2009 José Emilio Pacheco (México)
    2010 Francisco Brines (España)
    2011 Fina García Marruz (Cuba)
    2012 Ernesto Cardenal (Nicaragua)
    2013 Nuno Júdice (Portugal) 


    martes, 28 de mayo de 2013

    Jaime Manrique Ardila / El cadáver de papá


    Jaime Manrique Ardila
    EL CADÁVER DE PAPÁ
    Prefacio


    En algunas fotos de mi infancia aparezco disfrazado de torero y del Zorro. Mi madre tenía talento para la costura, y expresaba su creatividad en los disfraces de carnaval de mi hermana y en los míos. En su taller de costura, en la calle 58 del barrio Boston de Barranquilla, mi madre confeccionaba capuchones de sedas vistosas que hoy, casi medio siglo más tarde, puedo acariciar con los dedos de la memoria. 

    De niño, mi participación en el carnaval se limitaba a lucir las confecciones de mi madre y, desde la esquina de la avenida Olaya Herrera con la calle 58, a ver pasar las carrozas, las reinas y las comparsas que animaban la Batalla de Flores. Y también, ¿cómo no?, a tirar puñados de maizena a los desprevenidos. 


    En 1966, mi madre, mi hermana y yo emigramos a Tampa, Florida, una ciudad con una significativa población de cubanos y descendientes de españoles –refugiados de grandes conflictos históricos del siglo XX–. Recién graduado de la Universidad del Sur de la Florida en 1972, decidido a convertirme en escritor, regresé a Barranquilla, mi ciudad natal, donde había vivido intermitentemente antes de que partiéramos hacia los Estados Unidos. 


    Marimonda
    Barranquilla, 2011
    Foto de Triunfo Arciniegas

    El reencuentro con el carnaval me reveló la fuerza dionisíaca de las fiestas de Momo, la importancia para nuestra cultura de esos días de celebración y desenfreno, cuando los barranquilleros nos ponemos máscaras para desenmascararnos, para mostrar –con impunidad– nuestra verdadera naturaleza. 

    Descubrí también que durante esos días de carnaval las barreras de clase se relajan, y los prejuicios raciales son imposibles de mantener cuando sale a flote –con claridad alucinante– que nuestro carnaval es una fiesta de hondas raíces africanas, y que la cultura barranquillera auténtica es más negra que blanca, más africana que indígena o española. Ese carnaval de mi regreso dejó en mí una impresión catártica e indeleble. 

    En esos años, además de mi apasionamiento por el cine, soñaba con ser poeta. Entre los poetas que más admiraba –los llamados poetas confesionales norteamericanos–, se encontraban Sylvia Plath, Anne Sexton, John Berryman, Delmore Schwartz y Weldon Kees, todos suicidas. 

    Fue bajo la influencia de su poesía, además de una fuerte dosis de Cavafis, que escribí mi primer libro de poemas, Los adoradores de la luna, el doloroso resultado de mi primer, y frustrado, gran amor por otro hombre. Esa ópera prima tuvo la suerte de ser galardonada en 1975 con el primer premio en el Concurso Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus. Los 500 dólares del premio me sirvieron para comprar un pasaje de ida a España, donde esperaba dedicarme a la literatura. Escogí España pues varios de los afamados escritores del Boom habían convertido a Barcelona, y sus alrededores, en una especie de meca para los escritores jóvenes de Latinoamérica. 

    Sin embargo, no me instalé en la capital catalana sino en Madrid, en enero de 1976. Acababa de morir el tirano Franco, y la capital española –en gran medida debido a la estricta censura que había impuesto el caudillo fascista por casi cuarenta años– parecía estancada en las primeras décadas del siglo XX.

    En cuestión de semanas me había bebido mis pocos fondos, y me encontré viviendo, con un amigo de esos años, sin una peseta, en un apartamento en el barrio popular de Moratalaz. Tal era mi indigencia que me tocó vender mi sangre en varias ocasiones. En el melodrama estruendoso de mi juventud, pensé que –como mis poetas ídolos– no me quedaba otra alternativa que suicidarme. (El suicidio estaba en el aire: mi gran amigo el escritor Andrés Caicedo se suicidaría un año más tarde.) 

    Mis padres se habían separado cuando yo tenía seis años, y desde ese momento le cogí un odio mortal a mi progenitor. El poema más famoso de Sylvia Plath, “Papi”, es un ataque bestial al padre de la poetisa, que había muerto cuando Sylvia era niña. En la traducción que hice del poema, los versos finales dicen: “Papi, papi, bastardo, / éste es mi fin”. Antes de suicidarse, la narradora clava una estaca de madera en el corazón de su vampiresco padre.

    Yo no podía hacer lo mismo con el mío, debido a las distancias geográficas que nos separaban. Entonces me dije a mí mismo: “Mi testamento será una novela que mate a mi padre de un infarto”.

    Fue así como en quince días, antes de que –como yo estaba convencido– el hambre me matara, escribí El cadáver de papá. Se me ocurrió que para mayor impacto, y ofensa, la historia de un parricidio impune debía desarrollarse en el último día de carnaval. Quería escribir un libro sacrílego, pagano y catártico, como el carnaval mismo. 

    Justo cuando los tulipanes negros y rojos, precursores de la primavera madrileña, engalanaban sus avenidas y parques, le puse punto final a El cadáver. Decidí posponer mi suicidio, y envié el manuscrito a una prestigiosa casa editorial española. Estaba convencido de que mi libro sería recibido como una obra de genio y me convertiría en la nueva sensación de la literatura latinoamericana. La respuesta editorial no se hizo esperar: “Apreciado señor Manrique”, decía la parca respuesta, “su manuscrito es subliterario”. 

    Ni el hambre ni la vergüenza acabaron conmigo. Un año después, radicado en Nueva York, entablé amistad con el gran novelista argentino Manuel Puig. El autor de El beso de la mujer araña, y otras novelas clásicas del Boom, leyó El cadáver con admiración. “Tu escritura”, me dijo (convirtiéndome en el joven escritor más feliz del mundo), “proviene de debajo de la epidermis”. Puig me aconsejó que le enviara el manuscrito al poeta Juan Gustavo Cobo Borda, que en esa época publicaba una colección de libros de Colcultura a precios populares. Con gran generosidad, Cobo Borda aceptó calurosamente la publicación de mi noveleta.

    Todavía soñaba con que mi libro sería un bestseller, y me convertiría en un escritor celebrado y millonario. Cuando El cadáver salió al mercado, yo vivía en el barrio La Candelaria en Bogotá, con mi compañero el pintor norteamericano Bill Sullivan, en un apartamento de la casa del maestro Gonzalo Ariza, el gran paisajista de la pintura colombiana. Un día, mientras esperaba con agonía la reacción de los críticos y del público, entró corriendo a nuestro apartamento Francisco, uno de los hijos del maestro, y con el aliento entrecortado, me dijo: “Jaime, mi papá nos reunió a todos en el jardín y quemó tu novela”. Sobra decir que ese acto de Gonzalo es la reseña más halagadora que he recibido en toda mi carrera. 

    En Barranquilla las reseñas no fueron mejores, aunque sí igualmente memorables. Mi buen amigo, el novelista Ramón Illán Bacca, escribió: “Todo, absolutamente todo, pasa en El cadáver de papá –excepto la guerra atómica–”. 

    Han pasado ya más de treinta años de aquel parto azaroso de El cadáver. Ahora me sorprende que el libro que concebí como una carta de odio a mi padre también fuera escrito como una violenta denuncia de la corrupción de la vida política nacional de esos años. Lo que sí no me sorprende es que la noveleta sea primordialmente una celebración diabólica y macabra de la carnavalesca danza inmemorial del ser humano: el eterno pas de deux entre el placer y la agonía, entre la belleza y el esperpento, entre la vida y la muerte.