domingo, 20 de mayo de 2007

Vargas Llosa / Elogio de Blanca Varela


Blanca Varela

Mario Vargas Llosa

Biografía

Elogio de Blanca Varela

MARIO VARGAS LLOSA
20 MAY 2007

Llueven los premios sobre Blanca Varela -ayer el Octavio Paz de Poesía y Ensayo, el Ciudad de Granada, el Federico García Lorca, ahora el Reina Sofía- justamente cuando no está en condiciones de saberlo, pues se halla retirada y sola en un territorio que imagino tan privado, misterioso y mágico como su poesía. Pero, si pudiera enterarse, sé muy bien cuál sería su reacción: de maravillamiento y susto, porque, entre todos los poetas de este tiempo que me ha tocado conocer, no hay uno solo tan ajeno a la feria de las vanidades y a la ilusión o a la codicia del éxito como Blanca Varela. Aunque, sin duda, la poesía haya sido la pasión más sostenida de su vida, para ella nunca fue un oficio, un quehacer público. Más bien, un vicio recóndito, inconfesable, cultivado en la clandestinidad, con celo y reserva tenaces, como si su exposición a la luz, a los ojos de los demás, pudiera dañarlo.
Que llegara a publicar esa media docena de libros ha sido una especie de milagro, más obra de la insistencia de sus amigos que de su propia voluntad. Entre esos lectores privilegiados a los que mostraba sus versos a escondidas estuvo Octavio Paz, que prologó su primer libro y la ayudó a ponerle título. (Ella quería que se llamara Puerto Supe y a él no le gustaba. "Pero ese puerto existe, Octavio". "Ahí tienes el título, Blanca: Ese puerto existe).
La conocí a mediados de 1958, cuando ella y su esposo de entonces, el pintor Fernando de Szyszlo, hacían maletas para viajar a los Estados Unidos, donde pasarían dos años. Vivían en un estudio precario construido en una azotea del barrio limeño de Santa Beatriz. Yo partía en esos días a Europa y durante cuatro años no volví a verla, pero, sin embargo, desde ese primer día la quise y la admiré, como han querido y admirado a Blanca Varela todos quienes han tenido la fortuna de frecuentarla, de gozar de su generosidad y de su inteligencia, de esa manera tan cálida y tan limpia de entregarse a la amistad, de enriquecer la vida de quienes se le acercan. En medio siglo de amistad, sobre todo en aquellas largas reuniones de los sábados, la he oído hablar casi de todo. De esa generación de poetas del cincuenta de que formó parte, Sebastián Salazar Bondy, Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, que, con dos poetas de una generación anterior, César Moro y Emilio Adolfo Westphalen, revolucionaría la poesía peruana, enclavándola en la vanguardia de la modernidad. De Breton y los surrealistas, de Sartre, Simone de Beauvoir y los existencialistas a los que conoció en los años que vivió en París. De sus filias y fobias literarias y de tanta gente que la impresionaba y que amó o detestó. Y la he oído, cómo no, muchas veces, ayudada por un par de whiskies para vencer su timidez, decir esas maldades y ferocidades impregnadas de tanta gracia y humor que hacían la felicidad de sus oyentes y que irremediablemente se volvían bondades porque Blanca, pese a haber pasado por experiencias muy difíciles y haber sido tan perceptible y tan sensible al dolor y al sacrificio, ha sido siempre un ser ontológicamente alérgico a toda forma de maldad, mezquindad e incluso a esas menudas miserias que resultan de la vanidad, el egoísmo y demás sordideces de la condición humana. Pero estoy seguro de no haberla oído jamás decir palabra sobre su propia poesía, y, en cambio, la he visto tantas veces, cuando la interrogaban sobre ella, escabullirse con frases esquivas y cambiar rápidamente de conversación.
Su poesía participa de esa misma reserva y, aunque alude a muchos temas, es de una parquedad glacial sobre sí misma. A diferencia de otras, a veces de alta estirpe, que se lucen y pavonean, orgullosas de sí mismas, la de Blanca Varela se retrae y disimula, mostrándose apenas en escorzos, y dejando sólo huellas, anticipos, a fin de que, nuestro apetito desatado por esos lampos de belleza, busquemos, indaguemos, lo que oculta en su entraña, ejercitando nuestra fantasía y volcando nuestros deseos para gozarla a cabalidad.
Discreta y elegante, como las hadas de los cuentos, la poesía de Blanca Varela ha ido apareciendo de tanto en tanto, con largos intervalos, en unos poemarios breves, ceñidos y perfectos, Ese puerto existe (1959), Luz de día (1963), Valses y otras falsas confesiones (1972), Canto villano (1978), Ejercicios materiales (1993) y, por fin, su poesía reunida, con dos recopilaciones inéditas, Donde todo termina abre lasalas (2001). Cada libro suyo dejaba a su paso un relente de imágenes de engañosa apariencia, pues, bajo la delicadeza de su factura, sus juegos de palabras, la levedad de su música, se embosca una áspera impregnación de la existencia, una fría abjuración del ser en trance de vivir para morir. La vida late siempre en ellas, pero amenazada y en capilla, sometida sin cesar a ordalías atroces. En uno de sus más intensos poemas, de Ejercicios materiales, la vida ("más antigua y oscura que la muerte"), aparece transfigurada en una ternera a la que acosan miles de moscas, un patético animal impotente para defenderse de las menudas bestezuelas que la atormentan. La fuerza del poema reside en que consigue hacernos sentir que aquel destino no es sólo lastimoso, que hay en él cierta inevitable grandeza, la de los héroes de las tragedias clásicas, que morían sin resignarse, resistiendo, a sabiendas de que la derrota sería inevitable.
Así ha resistido Blanca la adversidad y las pruebas a que está sometida toda vida, con gran coraje y estoicismo, y con una elegancia natural, inconsciente. Toda su vida trabajó, en trabajos alimenticios que afrontaba con buen humor y empeño -periodismo, relaciones públicas, librera, editora-, creciéndose hasta lo indecible, con temple de hierro, ante las vicisitudes más duras, incluida la más terrible de todas: la pérdida de su hijo Lorenzo, en un accidente de aviación, hace once años. Al mismo tiempo, siempre hubo en ella el ser que escribía, un ser frágil, delicado, inseguro, sensible, indefenso por su inconmensurable decencia e integridad ante las vilezas y ruindades cotidianas de este mundo sórdido, de frustraciones y traiciones, por el que ella siempre consiguió pasar incontaminada, sin hacer una sola concesión, sin desfallecimientos ni cobardía. Ésa es la historia que relata su avara y sutil poesía, bajo sus inusitadas metáforas, y sus extrañas exploraciones en el mundo de las cosas menudas, los insectos, los rumores del mar, los pájaros marinos, las voces del arenal y los paisajes del cielo.
A fines de los años setenta, cuando, más por amistad hacia mí, que se lo pedí, que porque la tarea la entusiasmara, Blanca resucitó el centro peruano del P. E.N., viajamos juntos a esas conferencias y congresos que convoca aquella organización de escritores que por tres años me tocó presidir. En Egipto, en Dinamarca, en Alemania, en España recuerdo a Blanca haciendo esfuerzos denodados para pasar inadvertida, para ser invisible, y la angustia que la sobrecogía cuando no tenía más remedio que intervenir (lo hacía en voz baja y veloz, en un francés monosilábico, pálida y demacrada por el esfuerzo). Y, sin embargo, todos los que se codearon con ella y la conocieron en aquellas reuniones, la recuerdan y siempre voy encontrando por el mundo poetas y escritores que me preguntan por ella, porque en esos fugaces encuentros su inconfundible manera de ser, su halo, su varita, su silencio locuaz, su encanto involuntario, los chispazos luminosos de su inteligencia, se les grabaron en la memoria, y les dejó el convencimiento de haber entrevisto a un ser fuera de lo común, a una mujer de carne y hueso que estaba también hecha de sueño, gracia y fantasía.
Pese a ella misma, en los últimos años, poco a poco, la poesía de Blanca Varela ha ido conquistando dentro y fuera del Perú los lectores y la admiración que merecía, rompiendo el círculo entrañable en que hasta entonces estuvo reducida, y muchos poetas jóvenes, sobre todo mujeres, se han ido acercando a ella, buscando su amistad y sus consejos. Eso debe haberla hecho feliz, sin duda: sentir que estaba viva entre los seres más vivos que tiene la existencia, que son los jóvenes, y, sobre todo, saber que su poesía no sólo a ella la había hecho vivir y defendido contra el infortunio, que también a otros ayudaba y daba fuerzas para soportar la existencia y ánimos para escribir.
Blanca, queridísima Blanca: yo siempre lo supe, pero qué bueno que en este invierno callado de tu vida, cada vez más gente lo sepa también, y te lea, te quiera, te premie y reconozca en ti toda la inmensa sabiduría, talento y humanidad generosa que has contagiado a tu alrededor, con que has escrito y vivido la poesía.

miércoles, 16 de mayo de 2007

Festival de Cine de Cannes / Celuloide, 'glamour' y negocio



60º FESTIVAL DE CINE DE CANNES

Celuloide, 'glamour' y negocio

Empieza Cannes, que mantiene su posición como primera cita cinematográfica internacional



OCTAVI MARTI

Cannes 16 MAY 2007


Es un aniversario extraño. Se cumplen 60 ediciones del festival pero la máquina arrancó hace 67 años. ¿Se quita años el festival? Todo tenía que haber empezado en septiembre de 1939 pero sólo hubo tiempo para una única proyección: acababa de estallar la II Guerra Mundial y Charles Laugthon y las otras estrellas que ya estaban en Cannes abandonaron a toda prisa eso que nuestros abuelos llamaban una "estación balnearia". En 1939, en Cannes aún había pescadores y campesinos, los grandes hoteles de la Croissette alternaban con villas de veraneo y la población era una maravilla de equilibrio.

La decisión de hacer un festival de cine en Cannes la habían tomado franceses, ingleses y americanos, indignados ante el palmarés de la Mostra de Venecia de 1938. La Italia de Mussolini había coronado dos películas abiertamente fascistas -una exaltación de la raza aria firmada por Leni Riefenstahl, la reina del kitsch, y un elogio del heroísmo italiano realizado por Goffredo Alessandrini-. Las democracias escogieron Cannes para contraatacar con su oferta alternativa pero la guerra aplazó la maniobra.
En 1946, cuando por fin se pone en marcha el festival, otro conflicto ha comenzado, la guerra fría. De lo que se trata, entonces, es de ser mejores que los soviéticos. Durante años es el Ministerio de Asuntos Extranjeros quien decide qué países pueden ser invitados. Por ejemplo, la China Popular y la República Democrática Alemana eran países cinematográficamente vetados. Y de qué lado se inclinaban las simpatías del certamen no era ningún misterio: en 1949 se proyectaron 12 películas estadounidenses por una soviética.
Americanos y franceses -luego se sumarían los italianos, sobre todo las italianas, Lollobrigida y la Loren- llenaban la playa de Cannes de estrellas. El festival servía de plataforma comercial al cine de Hollywood y a algunas producciones europeas, al tiempo que de traducción artística de la superioridad del Plan Marshall sobre el Pacto de Varsovia. Eran los países seleccionados quienes elegían las películas que el Festival proyectaba y eso acentuaba la dimensión política del tinglado. En 1953, por ejemplo, el actor Edward G. Robinson, que formaba parte del jurado, reclamó que se cortase el último plano de Bienvenido mister Marshall, de Berlanga, porque lo estimó "degradante para la imagen de EE UU. El artículo 5 del reglamento estipulaba que "los cortes o la retirada de una película pueden ser exigidos si una de las naciones participantes se siente ofendida". Y durante la guerra fría todo el mundo era muy susceptible, como probó la crisis de Estrellas fugaces, cinta de Helmut Kautner en la que se enamoraban un alemán de un lado del telón de acero de una alemana del otro lado. "Un inimaginable idilio pequeño burgués", dijo la delegación soviética. Estrellas fugaces fue retirada del programa.
El gran cambio vino tras el Mayo del 68. Aquel año, los cineastas lograron que el festival se suspendiera para manifestar así su solidaridad con la rebelión que estaba dejando París sin adoquines. Carlos Saura y Geraldine Chaplin se colgaron de las cortinas del palacio de festivales para impedir que comenzase la proyección de Pipermint frappé. Louis Malle, que acababa de regresar de India, estaba escandalizado ante el despilfarro de las fiestas de Cannes. El exiliado Polanski miraba escéptico a quienes criticaban Cannes por ser "la vitrina del capitalismo", Godard entraba en su fase maoísta y reclamaba la revolución.
En 1969 se creó la Quincena de los realizadores, una sección paralela gestionada por los cineastas. La Quincena obligó también a modificar los criterios de la selección oficial a concurso. Un filme contra la guerra de Vietnam -M.A.S.H.-ganó en 1970, una cinta argelina -Chronique des années de braise- que narra la lucha por la independencia y contra los franceses fue Palma de Oro en 1975 y, en 1981, una película polaca -El hombre de hierro-, de Andrzej Wajda, que no había sido presentada a la censura de su país, es la triunfadora. El espíritu crítico y la independencia han ganado, en apariencia, la batalla. Pero la gran novedad -y la gran verdad de Cannes- fue que tras la crisis de Mayo del 68 se han multiplicado las proyecciones y las secciones. Este 2007 la selección oficial incluye 49 largometrajes de 25 países distintos. De esas cintas, 21 compiten por la Palma de Oro. Esa selección es fruto del visionado de 1.615 filmes. En el mercado del filme habrá unas 1.500 proyecciones ante los más de 10.000 compradores potenciales. Más de 3.000 productoras de 80 países vienen a vender sus últimas producciones. Y 4.000 periodistas nos hacemos eco de todo lo concerniente al negocio del cine. En Cannes ya no quedan ni pescadores ni campesinos. La ciudad es la más fea de la Costa Azul.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 16 de mayo de 2007


viernes, 4 de mayo de 2007

"Renaldo y Clara" / Las ideas y obsesiones de Bob Dylan


"Renaldo y Clara"

Las ideas y obsesiones de Bob Dylan

Primer largometraje escrito y dirigido por el cantante

EL PAÍS
27 DE ENERO DE 1980

Mañana, (lunes 28 de enero de 1980), se estrena en Madrid Renaldo y Clara, primer largometraje escrito, dirigido e interpretado por Bob Dylan, uno de los monstruos sagrados de la música pop. Con él actúan en el filme Joan Baez, Sara Dylan, Ronnie Hawkins, Ronne Blakley, Allen Ginsberg, Roger McGuinn, Arlo Guthrie y Roberta Flack.
La versión que se distribuye en España, con una duración aproximada de dos horas, es considerablemente inferior a la originaria, que se proyectó en el festival de Canes de hace dos años, con una duración de cerca de cuatro horas. Película-collage, en la que se intercalan situaciones de ficción, diálogos literarios y actuaciones de los cantantes, fue realizada entre 1975 y la primavera de 1976, coincidiendo con la Rolling Thunder Revue, gira de Dylan y una numerosa troupede amigos que actuaban en pequeñas salas sin publicidad previa. Cantaban con Dylan, además de Joan Baez, Roger McGuinn, Jack Elliot, David Blue y el poeta Allen Ginsberg. Musicalmente, la gira se enmarca entre el álbum Blood on the tracks (enero de 1975), Desire (diciembre de 1975, en el que se incluye la canciónHurricane, en defensa del boxeador negro Hurricane Carter, y Hard rain (1976). El éxito de Desire transforma la gira en una enorme tournée, en la que los conciertos se realizan en estadios ante 20.000 o 30.000 espectadores. Renaldo y Clara recoge conciertos en salas pequeñas o ante multitudes.«He hecho Renaldo y Clara», declararía Dylan, «para un grupo de gente muy preciso y para mí mismo, de la misma manera que escribí Blowing in the wind y The times they are changing. El método del rodaje, y ello se aprecia en la película, no era otro que el de marcar la situación por parte del director, pedir un cierto tipo de imagen y dejar trabajar al equipo en libertad. Una gran parte de la película fue rodada en conciertos durante la gira mencionada, con cuatro cámaras al mismo tiempo. Dylan seleccionó cuidadosamente el abundante material, desechando las canciones sin relación temática con la línea de Renaldo y Clara. La banda sonora del filme reúne más de veintidós canciones de Dylan, Joan Baez o Jack Elliot, músicas populares y música clásica.
«Para mí, la película», comentaría Bob Dylan, «es una acumulación de muchas de mis ideas y obsesiones y espero que también tenga un sentido para aquellos que no se saben mis canciones de memoria. Hay un montón de gente que verá la película sin saber quién es quién, y la recibirán con mayor pureza.»
«Yo no he hecho una película para que nadie se impresione, ni para que vean en ella solamente el asunto Bob-Sara-Baez. La película no tiene nada que ver con eso... Jamás he tenido el sentimiento de haber triunfado y estoy muy contento. El fracaso puede traer el éxito, mientras que el éxito es el final del camino. Si tuviera la sensación de ser un triunfador, hace tiempo que ya no estaría aquí.»
«Ser un músico quiere decir llegar a lo más profundo del lugar donde se está. Y, prácticamente, cualquier músico hará lo imposible para llegar a esas profundidades, porque hacer música es algo inmediato -al contrario de poner pintura sobre un lienzo, que es un acto calculado- Cuando se toca, el espíritu echa a volar. Entonces, con la música se tiene tendencia a buscar en lo más profundo de uno mismo para encontrar algo. Cuando se está interpretando música y toda va bien, uno pierde realmente su identidad, uno depende totalmente de la música que se está haciendo con todo su ser. Es peligroso, porque eso trae consigo la creencia de que se puede trascender todo, de que uno puede medirse con cualquier cosa, que es la verdadera vida, que se ha llegado a golpear en el corazón de la vida misma y que se está en la cima del sueño y que no hay recaída. Pero más tarde, entre bastidores, las cosas se ven de diferente manera.»
«Henry Miller lo ha dicho: el deber del artista es inocular al mundo la desilusión. El artista que se muere de hambre es un mito. Son los grandes banqueros y las damiselas de sociedad que compran obras de arte los que están en el origen. Porque ellos quieren guardar al artista bajo su ala. ¿Quién dice que un artista no puede llegar a tener dinero? Mirad a Picasso. No hay necesidad de morir de hambre para ser un buen artista. Basta con tener amor, criterio y un sólido punto de vista. Y hay que luchar contra la depravación. No hacer pactos. Eso es lo que hace un buen artista.»
«El arte», concluye Dylan, «es un medio perpetuo de procurar ilusión. La más alta misión del arte es inspirar. ¿Qué más se puede pedir, sino inspirar a la gente?»
* Este articulo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de enero de 1980

jueves, 3 de mayo de 2007

Bob Dylan / "El arte es el movimiento perpetuo de la ilusión"

Bob Dylan

Bob Dylan: "El arte es el movimiento perpetuo de la ilusión"

BIOGRAFÍA

JOSÉ MANUEL COSTA
17 JUN 1979


Mañana, (lunes 18 de junio de 1979), aparecerá en España un doble elepé de Bob Dylan grabado en vivo durante sus actuaciones en el Budokan de Tokio. En él se recogen las nuevas versiones que de sus himnos de siempre realizó Dylan el año pasado, componiendo un disco sorprendente en que lo antiguo surge del pasado (que no existe) sin nostalgia. Dylan cierra con él los años setenta y se lanza al juego de los ochenta. Con este motivo ha elaborado el siguiente reportaje
«Renaldo está oprimido. Está oprimido por el mero hecho de haber nacido. No sabe quién es en realidad.» Rolling Stone, febrero de 1978. Entrevistador: Jonathan Cott.«Permitimos que nuestro pasado exista. Nuestra credibilidad yace en nuestro pasado, pero, en el fondo de nuestra alma, ese pasado no existe. El pasado existe en función del futuro, pero ¿tenemos un futuro? ¿No? Pues bien, en esa misma forma no tenemos pasado.»
Budokan comienza con Mr. Tambourine Man. Era 1965 y un año antes Dylan había sido golpeado por la versión que los Animals realizaron de The House of the Rising Sun (La casa del sol naciente), una canción tradicional adaptada por él mismo para el campestre y politizado espíritu folkie que entonces dominaba las calles y los lugares de encuentro del Greenwich Village neoyorquino. Y Dylan aceleró, recuperó parte de sus comienzos de joven conjuntero en Minnesota y lanzó, en el curso de poco más de un año, tres álbumes tremendos: Bringing it all bach home (1965), Highway 61 revisited 1965) y Blonde on blonde (1966).
En estos discos Dylan pudo plasmar por primera vez exactamente aquella música que llevaba en la cabeza.
Sólo que ahora no es el comienzo de la psicodelia y Mr Tambourine man es un hombre al que conocemos todos y que ya no es underground: es un niño, una canción, un ritmo vivo y nuevo que nació en el oscurantismo de unos sesenta que habrían de contemplar, muy a su pesar, demasiados cambios. Mr. Jones entraba en la Balada para un hombrecillo (Balad for a thin man) y no entiende nada, porque algo está pasado y no sabe qué es. Ahora, catorce años más tarde, Mr. Jones sí sabe lo que estaba pasando y no le gusta y ha escrito a un periódico denunciando el uso de drogas alucinógenas entre la juventud.
Y tratas de ser como tú mismo, y todo el mundo quiere que seas como ellos, para poder silbar mientras tú trabajas como un negro (Maggie's farm). Y al final, un completo desconocido sin dirección: Like a Rolling Stone.
Pero ahora son los setenta.
«Los setenta son un período de reconstrucción tras la sangre de los sesenta, eso es todo. En los ochenta, todo aquel que quiera hacer algo habrá de mostrar sus cartas. No será posible retirarse del juego de los ochenta.»
Los sesenta: guerra fría, cochinos en bahías. la muerte de un presidente y de un rojo fusilado, los negros se rebelan, el teatro sale a la calle junto a esos negros que ahora son panteras cuando unos buenos chicos alquímicos hacen rondas de amor y la universidad estalla en la vieja Europa. Todo eso y los Beatles, o Hair, o los Brincos, o Monterrey.
Los setenta y un porro del que ya todos fuman y es Intelectual porque son nuevos mundos y todo, todo, todo languidece.... hasta que unos guarros quinceañeros deciden montar su tinglado y algo pasa, pero no sabes qué es,¿Verdad Mr. Jones?«El rock and roll acabó con Phil Spector. Acabó en 1959, ahora es una imitación, podemos olvidarlo.»
Pero él no lo olvida, el artero, cínico, astuto. Y en este disco, en aquella gira, Dylan bailaba también entre alfileres y hacía varios reggaes (Don't think twice it's allright o Knockin' on heavens door) o se ponía en plan country, o duro y contundente (Ballad of a thin man, por ejemplo). Pero todo ello renovado, como en un sueño donde las caras pueden cambiar de voces y los rostros de sonrisas: distintas e iguales.
«Creo en la vida, no en esta vida», o «estoy seguro de mi sueño. Yo vivo en mis sueños, no vivo en el mundo real».
Dylan siempre ha vivido en su mundo despierto. Cuando el clímax político preestallido de las revueltas en Estados Unidos (1965), Dylan se vuelve al odiadorock and roll, a hacer música comercial y vendida con un grupo eléctrico. Más tarde, cuando era el rey del surrealismo en canción y en plena era psicodélica, Dylan saca Nashville Syline (1969), un álbum country, nada ácido, y en el que incluso canta Johnny Cash. Cuando todo el mundo anda deprimido (1975), Dylan graba un elepé absolutamente paranoico y obsesivo: Blood on the tracks. Cuando lo obsesivo y paranoico ha sido aceptado, Dylan saca un album con coro de niñas y un gran grupo detrás. Y monta una gran gira mundial tras el fracaso comercial de su película de cuatro horas Renaldo y Clara, y en esa gira no canta más que tres canciones de su nuevo y rutilante álbum. Y ahora acaba de grabar un disco con la colaboración del guitarrista y el batería de Dire Straits, el más extraño fenómeno del año pasado.
«Arte es el movimiento perpetuo de la ilusión. El más alto propósito del arte es inspirar.»
1966. «Entonces tuve un terrorífico accidente de moto... y hasta un año después de que ocurriera no le daba la importancia que realmente tenía. Quiero decir que yo había pensado que iba a levantarme y hacer aquello que hacía antes, muy sencillamente.... pero no pude volver a hacerlo más.» Rolling Stone, 1968. Jan Wenner.
Pero ha hecho otras cosas. Su mujer pidió el divorcio, alegando que Dylan se enfurecía y estaba paranoico. El, por su parte, explica que su cantante favorita es la egipcia (ya fallecida) Om Kalsoum, y su director de cine, Luis Buñuel. Y sabe lo que dice, ya que remonta los orígenes de su forma de cantar a los derviches danzantes o a los cantos sufis bien que por intermedio de Leadbelly, bluesman y maldito. «Hay que ser vulnerable para permanecer sensible frente a la realidad».
Y todo esto en un mundo de teléfonos sin hilos y cabinas indestructibles. La gente anda arrebatada y « los americanos están echados a perder, esperan que el arte sea como un papel pintado, sin esfuerzo, solamente ha de estar ahí», y Bob Dylan realizó hace ya un año un disco de rock en vivo, aunque el rock haya muerto. Y recupera el pasado en sus versiones, aunque el pasado no exista, y su ego le acaricia, aunque el ego no tenga sentido, y crea en el orden, aunque una vez escribiera: «Yo acepto el caos, pero no estoy seguro de que él me acepte a mí.» Bob Dylan, Bringing it all hack home, 1965.
* Este articulo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de junio de 1979

miércoles, 2 de mayo de 2007

La política, el sexo, el rock and roll y el público, vistos por los "rockeros"

Bob Dylan

La política, el sexo, el rock and roll y el público, vistos por los "rockeros"



El mundo pop es, sin duda, uno de los submundos culturales más apreciados por sus seguidores y más despreciado por el resto de la intelligentsia, y fans de una cultura que, a su juicio, debería de escribirse siempre con mayúsculas. Esta recopilación de declaraciones de gentes rockeras permite una primera aproximación a su concepto de la vida, de la política, de la música o del sexo; es decir, de su ideología, que no resulta ser excesivamente distinta a la de cualquier ciudadano con un espíritu crítico radical y sensible. José Manuel Costa realizó la selección de textos.

Jose Manuel Costa
14 de enero de 1979

Al cabo de un año, famosos y menos famosos del rollo abren su boca a requerimientos de unas personas que tienen esa peculiar forma de ganarse la vida: los entrevistado res. Muchas veces lo dicho es tan poco interesante como lo silencia do, pero de cuando en cuando sur gen verdaderas perlas. Las citas que se recogen más abajo están to roadas en su mayoría de revistas especializadas como New Musical Express, Rolling Stone, Disco Ex press (española), más partes de de claraciones que en su momento aparecieron en EL PAIS.
Política
Andy Warhol: «Me preocupa que la gente sea torturada en Irán, pero yo soy amigo personal del emperador.» 
Graham Parker (líder del grupo The Rumour: «Para ser honesto contigo, lo que de verdad pienso es que la clase obrera es tan intolerante y conservadora como las otras. De hecho, la mentalidad de la clase obrera es bastante estúpida.» 
Sisa: «Hoy, la política es como un cadáver institución al izado. » 
Lluis Llach: «Yo soy marxista-anarquista.»
Sexo
Andy Warhol (insiste): «No, realmente no lo utilizo.» 
Britt Ekland (ex señora de Rod Stewart): «De verdad, soy la mujer menos fácil que hayas conocido.» 
Joan Jett (del grupo de mujeres Runaways): « Las chicas tienen pelotas. Simplemente que están un poco más altas, eso es todo.» 
Patti Smith: «Siempre he dicho que Cristo es uno de mis hombres favoritos.»
"Rock and roll"
Malcom McLaren (ex manager de los Sex Pistols): «El rock'n roll está muerto.»
Paul Weller (del grupo «punkie» The Clash): «El rock'n roll está muerto.»
Moris (respondiendo a si se ha puesto de moda): «Mira, escúchame, yo, las arrugas que tengo en los ojos, las patas de gallo que tengo, no están de moda. Yo, hace quince, diez o veinte años que hago rock'n roll. No tengo nada que ver con esa moda que se traen. Yo hago rock'n roll porque me gusta, gane un millón o veinte duros.»
Keith Richard: «Oh, espero que los Rolling Stones puedan permanecer siempre. Una gran cantidad de músicos negros siguen currando hasta el día en que revientan.»
Mad (rocker madrileño): «La mayoría de los grupos que existen son una panda de oficinistas.»
Frank Sinatra: « El punk es algo desagradable, y no veo por qué ha de existir habiendo tantas otras cosas en la vida.»
El público
Kaka de Luxe (grupo madrileño): «Todavía no, hemos encon trado un público honrado.» 
Suicide (grupo apocalítico y paranoico de Nueva York): «Al principio, la gente solía arrojarnos cosas durante nuestras actuaciones. Sólo allá, al fondo, había unos pocos que parecían apreciar algo. Ahora se están callados e incluso, de cuando en cuando, aplauden. Y es que la cuestión está muy clara: la locura es el único futuro.»
Ramoncín (él mismo): «La gente no entiende que el show lo haces tú, y que ellos participan bailando, chillando o saltando. Lo que no pueden hacer es tirar cosas, porque si al tío que está tocando la guitarra le cae un huevo en la mano ya no puede tocar.»
Miscelánea
Steve Hillage (guitarrista): « Las coliflores son un ejemplo especialmente agradable del reino vegetal. Puedes pensar que son trozos de porquería que introducimos en nuestro estómago. O también puedes pensar que son seres vivientes que poseen una inteligencia y a las que les gustaría mucho poder comunicarse.»
Mel Brooks (director de cine): «Las verduras japonesas son, sin duda, la razón de mi calma. »
Jerry Lee Lewis: «No puedo manejar muy bien la marihuana. Probé una vez y no funcionó. Traté de acercarme a mi coche y tardé casi media hora, y eso que sólo estaba a media manzana de distancia. Sí, prefiero el whisky.»
Bob Dylan: «Renaldo y Clara no era lo suficientemente larga para mí.»
Bob Dylan (de nuevo): «En realidad, no vivo en un mundo real.»
Mike Oldfield: «Cuando dejé el colegio me quité el uniforme y me puse un uniforme hippie. Venía a ser lo mismo.»
Sisa: «La magia son esas reglas del juego ocultas que nos permiten creer que hay un misterio detrás de cada cosa... Como ocurre en reafidad.»
L. E. Aute: «La libertad es ponerlo todo en cuestión.»
Quico Pi de la Serra: «No ha cambiado nada para la canción. Las cosas están mejor que antes.» Jerry Casale (del grupo Devo): «La perfección serían 100.000 hippies tirándose mierda unos a otros, ya que esto supondría una representación creativa de lo que la sociedad hace a la gente de manera constante.»
* Este articulo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de enero de 1979