viernes, 27 de octubre de 2006

Melania G. Mazzucco / Ella, tan amada / Crónica del ángel devastado

Ella, tan amada - Mazzucco, Melania G. - 978-84-339-7110-4 ...

Crónica del ángel devastado



Francisco Solano
27 de octubre de 2006


"Ángel devastado", así llamó Thomas Mann a la joven Annemarie Schwarzenbach, fervorosa amiga y ocasional mecenas de los terribles Erika y Klaus. Ignorada hasta hace apenas una década, su figura está cobrando hoy una destacada relevancia. Perteneciente a una riquísima familia de empresarios suizos, Annemarie Schwarzenbach (1908-1942) tuvo una agitada y dramática existencia, marcada por la autoridad materna, la adicción a la morfina y los intentos de suicidio; deseó, sobre todo, ser escritora, pero además practicó la arqueología y la fotografía, ejerció el reporterismo, y viajó por medio mundo, desde los desiertos de Persia a la jungla del Congo; su desenvoltura y su turbadora presencia física la han convertido en un icono lésbico.


ELLA, TAN AMADA

Melania G. Mazzucco
Traducción de Xavier González Rovira
Anagrama. Barcelona, 2006
559 páginas. 23 euros

Se trata de una vida que en sí misma es una novela. Así lo ha entendido Melania Mazzucco (Roma, 1966), que ha prescindido del género biográfico para adentrarse en el territorio de la fábula, apoyándose en datos verídicos, amplificándolos para elaborar la peripecia de una huida imposible. Mediante una pasmosa recreación, que se diría visionaria, Mazzucco ha logrado una insólita introspección en una identidad tan inasible como compleja. El resultado es esta voluminosa Ella, tan amada, que recorre el desconcertante itinerario vital de quien quiso ser "la extranjera, la vagabunda, la peregrina errante de todos los caminos", y que registra no sólo los hechos comprobados sino, por decirlo así, la atmósfera, el alma que sustenta la enigmática representación de un ser extraordinario, amenazado siempre por la fragilidad emocional y la autodestrucción.


"Quien escribe", dice Mazzucco, al revisar los papeles privados de la Schwarzenbach, "se apodera de todo -de los vivos, de los muertos, de los que aún no han nacido-". Esta observación es cardinal para entender el procedimiento empleado por la escritora italiana. Pero no contempla la penetración que se necesita para llevar a buen puerto un proyecto literario de la envergadura de Ella, tan amada, que se resuelve en una trágica radiografía de los años treinta, atravesados por la convulsión del nazismo y la pérdida de anclaje vital de cierta juventud, favorecida por el dinero, pero también concienciada por los ideales de libertad que encarnaban sus propios privilegios, la exquisita educación y el ansia de intervenir en el curso de la historia.

No obstante, la intensa fascinación que ejerce sobre la autora la Schwarzenbach -y que, sin duda, también alcanzará al lector- no resta un ápice de objetividad a su retrato. Ella, tan amada, apenas se distrae con las brumas hagiográficas. Consciente de que se trata de un personaje para quien la valoración ética de sus acciones pasa, irremediablemente, por la pulsión estética, y que a menudo son fruto del capricho o de un confuso sentido de la eficacia -donde el sexo y la seducción son primordiales- Mazzucco ha evitado las explicaciones psicológicas, tan socorridas y simplificadoras. Mazzucco no enfoca sólo la enmarañada personalidad de la Schwarzenbach, sino también el carácter de todos los que la conocieron y padecieron: los hermanos Mann; su marido, el diplomático francés Claude Clarac -un matrimonio a conveniencia de ambos, también tormentoso-; la relación desigual con sus hermanos; la protección inútil del padre; el celoso control de Renée, la madre, que consideraba que su hija Annemarie era una obra de arte creada por ella, una prolongación de sus inclinaciones lésbicas. Y muchos otros, no por secundarios concebidos con menor precisión, a lo que hay que añadir las admirables descripciones de los paisajes más diversos de Asia, África y América, además de la Europa de entreguerras. La magnífica, flexible y zigzagueante prosa de Mazzucco acredita en el lector la seguridad de estar delante de uno de los talentos más prodigiosos de la novelística actual.

En algún momento se dice de Annemarie Schwarzenbach que "nunca había sido capaz de apagar pasiones ni de corresponder a las mismas, tan sólo de encenderlas". Una afirmación que se podría aplicar a la novela en general, y muy en particular a Ella, tan amada.


* Este artículo apareció en la edición impresa del viernes, 27 de octubre de 2006.

EL PAÍS


martes, 24 de octubre de 2006

Jeanette Winterson / Margo Glantz / Dos escritoras a la caza del mito

Margo Glatz

Dos escritoras a la caza del mito

Jeanette Winterson y Margo Glantz dialogan sobre la vigencia de la mitología


JACINTO ANTÓN
Barcelona 24 OCT 2006

El gigante Atlas somos nosotros mismos en el trance de soportar la pesada carga de nuestro pasado y nuestro futuro. El cuerpo satinado de Kate Moss exudando significados de heroína sacrificada evidencia una mitologización de la moda. Son dos demostraciones de la actualidad de los mitos a cargo de sendas grandes escritoras interesadas en escudriñar en la antigua mitología: la británica Jeanette Winterson (Manchester, 1959) y la mexicana Margo Glantz (México DF, 1930). Winterson y Glantz dialogaron ayer en público acerca del asunto, y citaron esos ejemplos, en el marco de un ciclo de encuentros literarios de la Fundación Caixa Catalunya organizado por el también escritor mexicano Sealtiel Alatriste.

Winterson: "Si te rompes una pierna, ve al médico; si es el corazón, a un poeta"

La propia vida de Winterson y Glantz aparece marcada por los mitos. La primera, una autora de extraordinaria sensibilidad cuya obra es devota de Virginia Woolf, es un ejemplo de niña perdida: fue adoptada por una estricta familia evangélica en cuyo seno se la educó para ser misionera. Aunque en sus obras abunda la sexualidad y su celebración, expresada a menudo en complejas metáforas, de aquella singular educación ha conservado una devoción por la palabra, que parece que cincele en sus páginas. Uno de sus libros más hermosos es La niña del faro (Lumen) -voilà Woolf-, maravillosa historia de una niña huérfana y un farero ciego que no es en absoluto ajena al interés mitopoético.
La segunda escritora, Glantz, ostenta en su propia piel los fecundos estigmas de los errantes y no menos mitológicos Heráclidas: hija de judíos ucranios forzados a emigrar, su vida y su producción hacen eco de esa dramática circunstancia (véase su autobiográfica Las genealogías, PreTextos). "El mito helenístico o grecorromano aparece hoy en la moda", sostiene Glantz apoyándose en Barthes. "En la moda se puede apreciar cómo se mitologizan en la sociedad de consumo actual ciertos aspectos de la vida cotidiana". Las modelos, como Campbell y Moss, y el venerado diseñador Armani son expresión del "mito como erotismo consumible", señaló la escritora. Glantz se refirió también a la actualidad del mito que constatan las obras de Calasso o Baricco, y a la mitologización de la pintora Frida Kahlo sobre la base de la iconografía crística.
"Mi trabajo es volver a poner la imaginación en el centro de la vida", dijo ayer Winterson, que hizo un elogio del poder subversivo de la lectura explicando cómo ella encontró salida a su cerrado mundo en las leyendas artúricas. "Vivimos en un mundo fragmentado en diferentes sensaciones y emociones que parecen no casar entre ellas. Lo que un novelista puede hacer es aunar esas sensaciones que se han ido desgajando. En Occidente, desde la Ilustración parece que sólo creemos en una verdad, empírica, pero no es la única, como bien sabían nuestros ancestros". Los griegos, señaló, distinguían entre los mitos, una verdad emocional, interna, y el logos, la realidad con la que operamos en el mundo. "Hay cosas que la ciencia no puede hacer", reflexionó, y ejemplificó: "Si te rompes una pierna está bien que acudas al médico, pero si te rompen el corazón harías bien acudiendo a un poeta".
En La carga (Salamandra), Winterson, cuya compañera sentimental, dice, le reprocha tener "complejo de Atlas", revisa el mito del gigante condenado a aguantar el mundo. A partir del mito, que trata a su aire -el titán se encuentra con la perrita espacial Laika; el rijoso Hércules traza la espesa blancura de la Vía Láctea en una colosal eyaculación-, la escritora reflexiona acerca de si la vida es "un regalo o una carga". Al final de su relato, Atlas deja de sostener el mundo... y éste sigue aguantándose por sí solo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de octubre de 2006

viernes, 20 de octubre de 2006

A Scanner Darkly / Drogadicción e identidad



Drogadicción e identidad


Casimiro Torreiro
20 de octubre de 2006

Si el lector ha reparado en la ficha técnica que antecede a estas frases y va a ver la película, seguramente se quedará de piedra: porque lo que el siempre apasionante Richard Linklater le propone no es una película con Keanu Reaves, Robert Downey Jr., Woody Harrelson y demás actores, sino... una suerte de cómic animado con personajes que son la copia dibujada de los rostros de tales actores. En sí, esta técnica no tiene nada de inédita (de hecho, ya la primera versión de El señor de los anillos, la de Ralph Bakshi, se realizó siguiendo esta modalidad), pero es cualquier cosa menos un capricho: parece más prudente utilizar la animación para un filme en el que algunos de sus personajes cambian constantemente de apariencia (es una táctica de camuflaje) o para hacer creíble la pesadilla drogadicta de alguno de ellos, que confiar en los efectos digitales para hacerlos creíbles.




A SCANNER DARKLY

Dirección: Richard Linklater. Intérpretes:Keanu Reaves, Robert Downey Jr., Woody Harrelson, Winona Ryder, Rory Cochrane. Género: animación. Estados Unidos. 2006. Duración: 100 minutos.

Pero, por encima de todo esto, lo que llama la atención en esta adaptación de la novela de Phillip K. Dick es algo que ya estaba en otra de las cintas de animación de Linklater, la modélica Waking Life (2001): el convertir una aparente película para amplios públicos en todo un manifiesto filosófico, con personajes que hablan y hablan sin cesar, diálogos cargados de profundidad (o de locura; pero de eso también va la cosa), y preocupaciones éticas y estéticas por completo alejadas de la comercialidad cinematográfica. Y como ocurría con Waking Life, el filme también posibilita otro tipo de reflexión: hasta qué punto es una película el mejor vehículo para la expresión de tantos puntos de vista como aquí se lanzan.

Dejemos, no obstante, de lado esta observación porque, al fin y al cabo, también podemos ver la cosa como lo que aparenta ser, un discurso sobre los efectos devastadores de la droga, de cualquier droga, y de la adicción hasta las últimas consecuencias, lo que no siempre equivale a la muerte, sino a la pérdida de la identidad. De todo esto habla un filme cuya valentía y originalidad son tan evidentes como, por otra parte, lo suele ser el resto de la filmografía de Linklater. Y la película, a la postre, contiene también una sutil, insidiosa provocación: al revestirse de las formas de un filme de animación y proponer lo que en el fondo propone, se antoja de imposible digestión para el público habitual del cine de imágenes animadas..., a ver si pueden con el denso, apelmazado, a ratos también un tanto plúmbeo discurso que el director propone.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de octubre de 2006

lunes, 9 de octubre de 2006

Anna Politkóvskaya escribía un artículo sobre torturas en Chechenia

Anna Politkóvskaya escribía un artículo sobre torturas en Chechenia

La policía se incauta del ordenador y los apuntes de la periodista crítica con Putin


Rodrigo Fernández
Moscú, 9 de octubre de 2006

La policía continuó ayer los registros en el periódico Nóvaya Gazeta, donde Anna Politkóvskaya, asesinada el sábado en el ascensor de su casa, trabajaba desde 1991, y se incautó del disco duro de su ordenador y de todos los apuntes que le pertenecían. Mientras, el fiscal general de Rusia, Yuri Chaika, anunciaba que ha tomado bajo su control personal la investigación del asesinato. Politkóvskaya trabajaba en un artículo sobre los secuestros y las torturas en Chechenia, que debía aparecer hoy en Nóvaya Gazeta, uno de los pocos periódicos críticos con el Kremlin que todavía quedan en Rusia.
"Politkóvskaya molestaba con su independencia, con su honradez, con su lucha sin compromisos contra la arbitrariedad", declaró ayer Valeri Bórshchev, copresidente del grupo de derechos humanos del partido Yábloko, en la plaza Pushkin, donde se congregaron unas 2.500 personas para honrar la memoria de la periodista asesinada. A la manifestación acudieron los líderes de los partidos democráticos y de las organizaciones de defensa de derechos, políticos, colegas y simples lectores. También en San Petersburgo se celebró un mitin en memoria de la periodista, que se había dedicado ante todo a denunciar los crímenes cometidos en Chechenia por los militares y las estructuras gubernamentales.
La fiscalía ha determinado varias direcciones en la investigación del asesinato, una de las cuales son precisamente las denuncias que la periodista hacía sobre la conducta de las fuerzas del orden público en Chechenia. Las investigaciones que ella realizó fueron motivo para la apertura de causas criminales contra militares por crímenes cometidos en esa república norcaucásica, como el abierto en 2002 contra el oficial Serguéi Lapin.
Hoy debería haber aparecido en Nóvaya Gazeta su investigación consagrada a los secuestros y torturas perpetrados en Chechenia por las fuerzas que controla el primer ministro del Gobierno checheno prorruso, Ramzán Kadírov. Politkóvskaya había conseguido una serie de testimonios e incluso fotografías, según cuentan sus colegas, pero el artículo nunca llegó a la redacción del periódico. Verdad es que Politkóvskaya tenía plazo hasta ayer para entregar el material, que probablemente pensaba terminar quizá el mismo sábado, cuando fue asesinada. Dmitri Murátov, director del bisemanario Nóvaya Gazeta, dijo ayer que tenían algunos materiales que Politkóvskaya iba a utilizar y que publicarán sin falta.

Investigación de la fiscalía

Si Politkóvskaya tenía el artículo en su casa, es posible que ahora esté en manos de los que investigan su asesinato, ya que la policía hizo registros no sólo en Nóvaya Gazeta, sino también en su apartamento, llevándose consigo todo lo que considera que puede ayudar a resolver el caso. Su diario, sus agendas, sus notas, el disco duro de su ordenador: todo está ahora siendo estudiado por la fiscalía.
Kadírov había sido blanco de las denuncias de Politkóvskaya en más de una ocasión, y de ahí que algunos de sus colegas piensen que él pueda haber organizado el asesinato. Sin embargo, Kadírov no es su único enemigo. Como dijo el ultranacionalista Vladímir Zhirinovski, vicepresidente de la Duma estatal o Cámara baja del Parlamento ruso, Politkóvskaya normalmente no se andaba con rodeos y nombraba directamente los apellidos de los hombres a los que acusaba de cometer crímenes. "Lo más probable es que sea alguna de esa gente que ha ajustado cuentas con ella", declaró Zhirinovski.
"Politkóvskaya se distinguía por llevar una lucha sin compromiso, intransigente", manifestó por su parte el diputado Alexandr Jinshtein, conocido por sus buenos contactos con los órganos de seguridad. "Seguramente, uno de los héroes de sus escritos decidió vengarse", señaló.
La periodista también investigaba los casos de corrupción en el Ministerio de Defensa y en las tropas federales emplazadas en Chechenia. Además, ayudaba a los chechenos que llevaban sus denuncias al tribunal de Estrasburgo. El círculo de sus enemigos era muy amplio y, como subrayó Alexéi Venedíktov, director de la prestigiosa radio El Eco de Moscú, Politkóvskaya atacaba los intereses de "poderosos grupos políticos".
Nóvaya Gazeta ha decidido realizar su propia investigación independiente. "La experiencia de otras investigaciones confirma que nosotros podemos conseguir más información que los órganos de seguridad. Lo que sucede es simplemente que ellos no tienen las fuentes con las que nosotros contamos", explicó el subdirector, Vitali Yaroshevski.
El asesinato de Politkóvskaya ha tenido gran repercusión, tanto en Rusia como en el extranjero. Estados Unidos, el Consejo de Europa, y organizaciones de periodistas y derechos humanos han pedido a las autoridades rusas que realicen una rápida investigación del asesinato y un juicio abierto contra los ejecutores y organizadores. Incluso el presidente checheno, Alú Aljánov, dijo sentirse conmocionado por la muerte de Politkóvskaya, aunque no compartía su visión de lo que sucedía en Chechenia. Quien no ha roto su silencio es el líder ruso, Vladímir Putin, aunque ayer se reunió en el Kremlin con los miembros del Consejo de Seguridad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de octubre de 2006


sábado, 7 de octubre de 2006

Christopher Isherwood / Autobiografía de los demás


Christopher Isherwood

Autobiografía de los demás

Fernando Castanedo
7 de octubre de 2006


Dos obras del inglés Christopher Isherwood aparecen en las librerías. En una de ellas, Desde lo más profundo (1962), traza perfiles biográficos de cuatro personajes distintos situados entre 1928 y 1953. En el otro volumen, Un hombre soltero (1964), describe un día en la vida de un profesor homosexual tras la muerte de su amante.

Christopher Isherwood (1904-1986) alcanzó fama mundial gracias a la adaptación del retrato de Sally Bowles, tomado de su obra Adiós a Berlín (1939), en el musical Cabaret. Con Desde lo más profundo (1962) y Un hombre soltero(1964), este escritor inglés siguió cultivando la misma técnica narrativa que había desarrollado en sus primeras obras y que consistía esencialmente en escribir su autobiografía con el subterfugio de estar narrando vidas ajenas. Para vencer el pudor, prefreudiano y gentil, de narrarse a sí mismo, Isherwood se fotografió a través de los demás y, como conocía muy bien la materia que trataba, llegó a ser un retratista excepcional.

En Desde lo más profundo (1962) reunió los esbozos biográficos de cuatro personajes. El primero, ambientado en 1928, es el del señor Lancaster, un envarado pariente victoriano que le habló mal de cierta ciudad: "... en las más viles perversiones de la mente oriental no encontrarás nada más repulsivo que lo que ocurre en Berlín abiertamente todos los días del año. Esa ciudad está condenada, mucho más, sin duda alguna, que la misma Sodoma". Chris, el narrador, tomó una decisión: "Pasara lo que pasase, me iría allí en cuanto me fuese posible, y me quedaría allí un tiempo largo, muy largo".
Los otros tres retratos cubren los veinte años que van de 1933 a 1953, desde su partida de Alemania hasta su existencia en Estados Unidos. El de Ambrose muestra a un joven inglés educado en oxbridge, renegado de su país y de su cultura, alcohólico, rico, y con una flotilla de amigos-servidores a los que mantiene en una isla griega. Waldemar es el retrato de un joven proletario alemán que huye al Reino Unido apadrinado por la clásica comunista inglesa de clase alta. El último corresponde a Paul, un prostituto de lujo que bajo los auspicios de Chris se hace hinduísta.

Un hombre soltero (1964) se distingue de estos retratos porque el narrador ya no es Chris. Aquí Isherwood describió veinticuatro horas en la vida de un profesor de literatura que, muerto su amante, experimenta la soledad en Los Ángeles. Además del valor histórico de retratar explícitamente la vida de un homosexual en unos Estados Unidos todavía dominados por el macarthismo, y obsesionados con la amenaza nuclear soviética, esta novela comparte con Desde lo más profundo el valor artístico de convertir varias vidas humanas, incluida la del propio autor, en literatura de primera.
Desde lo más profundo. Christopher Isherwood. Traducción de Jesús Pardo Santayana. Debolsillo. Barcelona, 2006. 409 páginas. 9,95 euros. Un hombre soltero. Christopher Isherwood. Traducción de José Martínez de Aragón. Debolsillo. Barcelona, 2006. 172 páginas. 8,50 euros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de octubre de 2006